Los grandes árboles plantados en la ribera del Manzanares no aguantan ni medio año. En otoño se secaron cuatro cedros centenarios transplantados junto a los estanques del puente de Segovia, como ya contó 20 minutos. Al final, no hubo más remedio que cortarlos y, en su lugar, el Ayuntamiento colocó abetos. Pero estos nuevos ejemplares están corriendo la misma suerte: solo seis meses después de su plantación, las hojas ya están amarillentas y los expertos en botánica les dan un mes de vida.

"El problema es triple: el ambiente es muy inhóspito y seco, no son especies adecuadas para estas latitudes y hay poca tierra para que echen raíces porque a poca profundidad está el hormigón de los túneles", explica Juan García, portavoz de Ecologistas en Acción, colectivo que denunció este lunes el arboricidio.

Pero la muerte de los árboles no solo tiene un coste ecológico, sino que también cuesta dinero. Según los expertos, el cultivo y el trasplante de cada ejemplar cuesta unos 1.000 euros. "Si cada dos por tres se secan es un dinero tirado a la basura", apuntan. Mientras, García tilda el parque de Madrid Río como "jardinería electoral; se ha intentado crear un bosque de ribera de forma artificial sin criterios ambientales".

Por su parte, el área municipal de Medio Ambiente sostiene que el porcentaje de árboles secos es "totalmente normal" y que los ejemplares muertos se repondrán en octubre, la época de plantación.

No corren buenos tiempos para la vegetación de la capital. Varios árboles singulares del Retiro han sido talados en los últimos meses al caer enfermos por falta de cuidados. "Es la época más nefasta del Retiro", dicen los jardineros. También están estresados o enfermos los árboles en Recoletos, Prado o Cortes.