Alberto de Mónaco: la despedida del eterno soltero de oro

  • Amante de las aventuras fugaces, reservado y temeroso del matrimonio, se casa finalmente a los 53 años el próximo sábado, 2 de julio.
  • Será la segunda gran boda del año.
Alberto II de Mónaco
Alberto II de Mónaco
Archivo
Alberto II de Mónaco

En su primera foto, que circuló por medio mundo, era un tierno y mofletudo recién nacido, dormidito en los protectores brazos de su madre, la princesa Gracia, más conocida entonces como Grace Kelly. Ella sonreía al objetivo con secreta felicidad, espectacular como siempre, como si en vez de haber dado a luz se encontrara en algún plató de Hollywood, a punto de interpretar alguno de los papeles que la hicieron inmortal.

El 14 de marzo de 1958 llegó al mundo el heredero del príncipe Rainiero de Mónaco –su segundo hijo por nacimiento, después de la princesa Carolina–. Bautizado con los nombres Alberto Alejandro Luis Pedro, aseguraba la continuidad de los Grimaldi en el pequeño Principado, y no era poca cosa: su apellido se remonta hasta una familia de comerciantes genoveses del siglo XII y cuenta con el raro privilegio de ser la dinastía que más tiempo lleva gobernando un territorio en la historia europea, con más de 600 años de dominio sobre Mónaco.

El niño...que adoraba a su madre

En su infancia, el pequeñoAlberto era rubio como su madre; se parecía un poco a ella y a sus hermanas, dos versiones morenas de su progenitora. Siempre posaba con mirada traviesa, como si estuviera a punto de hacer alguna chiquillada. Cuando creció, se convirtió en un adolescente alto, con el cabello más oscuro. Ya no se parecía tanto a su madre, pero tampoco a su padre. Ahora, revisando aquellas instantáneas, se le saca un gracioso parecido con sus actuales sobrinos Andrea y Pierre Casiraghi.

Sonreía a menudo y decían que adoraba a su madre –¿cómo no hacerlo?–, pero su felicidad se ensombreció a sus 24 años: en septiembre de 1982 un fatal accidente de tráfico segó la vida de la princesa Gracia en una carretera cercana a Mónaco, en el que su hermana Estefanía sufrió heridas leves (se llegó a rumorear que era ella quien conducía el coche). El hueco que la princesa dejó en el pequeño Principado ya nunca volvió a llenarse. Las malas lenguas dicen que Alberto sufría complejo de Edipo y que la pérdida de su madre le impidió encontrar una candidata a su altura en su corazón. Dicen que esa fue la causa de que se convirtiera en un hombre reservado, alérgico al compromiso y mujeriego: se le atribuyeron romances con Brooke Shields, Claudia Schiffer, Tascha de Vasconcelos e incluso con Telma Ortiz, hermana de la princesa Letizia. Pero también se ha dicho de él que era homosexual.

Al respecto de todo lo anterior, solo hay dos realidades irrefutables: que ha esperado hasta los 53 años para decir "sí, quiero" y que tiene dos hijos, Jazmin Grace (19 años) y Alexandre (8 años), fruto de sendos affaires con una camarera norteamericana y una azafata togolesa, respectivamente. Alberto ha demostrado ser un hombre responsable: ha reconocido a ambos hijos, a los que da ayuda económica. Eso sí, nunca heredarán su cargo.

Una sudafricana que lo cambiará todo

De traer al mundo un heredero legítimo se encargará Charlene Wittstock, la mujer que ha conquistado su corazón. La dulce exnadadora sudafricana ya ha adelantado en entrevistas concedidas antes de su boda, prevista para el próximo sábado, que "se pondrán enseguida a la tarea" y que quiere tener "muchos" hijos, aunque su futuro marido ha matizado que lo ideal serían dos. La complicidad entre ambos está a la vista, comparten un curioso sentido del humor. Ante su próximo enlace se les ve resplandecientes y están deseosos de compartir su felicidad con todos los monegascos. Quizá ellos rompan con el mal fario que persigue a su familia y devuelvan a Mónaco la alegría perdida de otros tiempos.

Amor en la piscina olímpica

La pasión por el deporte es el común denominador de esta pareja. En 2000 coincidieron en un encuentro de natación en Mónaco en el que ella competía y él asistía como miembro del Comité Olímpico Internacional (COI). "Tuve una conversación muy breve con él y volví a coincidir en 2001 –contó Charlene en una ocasión–. Fue encantador".

En 2005, un amigo mutuo los presentó nuevamente y entonces él la invitó a asistir con él a los Juegos Olímpicos de Turín en 2006. Allí comenzó una historia de amor que se sellará este sábado con su boda.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento