Un ex asesor de la Casa Blanca asegura que Bush le autorizó para dar información confidencial sobre Irak

El ex alto funcionario de la Casa Blanca Lewis "Scooter" Libby asegura que el presidente de EEUU, George W. Bush, autorizó la filtración de información confidencial sobre Irak, según documentos judiciales difundidos el jueves .
Libby es uno de los principales protagonistas del llamado "caso Plame", que arrancó después de que el columnista Robert Novak publicase el nombre de una espía de la CIA, Valerie Plame, en una supuesta "venganza" de la Casa Blanca.
Plame es la esposa de Joe Wilson, un ex embajador estadounidense que había sido muy crítico con los motivos esgrimidos por el Gobierno de EEUU para ir a
la guerra con Irak.

La filtración del nombre de Plame costó el puesto a

Libby, quien fue, hasta octubre del año pasado, el
jefe de Gabinete del vicepresidente de EEUU, Dick Cheney.

Un jurado investigador acusó en octubre a Libby de cinco cargos por obstrucción a la justicia, perjurio y falso testimonio.

Según los documentos difundidos el jueves, Libby aseguró ante el jurado que Cheney le dijo que divulgase información confidencial sobre Irak y Bush autorizó la decisión.

Libby habló con la reportera del NYT

Según los citados documentos, el visto bueno del inquilino de la Casa Blanca llevó a Libby a mantener una conversación con la reportera del diario "The New York Times", Judith Miller.

Miller no llegó a publicar artículo alguno sobra la enrevesada saga Plame pero, incluso así, pasó varias semanas en la cárcel por su negativa a testificar sobre sus fuentes confidenciales.

La información divulgada hasta ahora no especifica, exactamente, qué tipo de información difundió Libby, aunque en los citados documentos judiciales no hay nada que indique que Bush o Cheney dijeran a Libby que filtrase el nombre de Plame.

Lo que sí demuestran los documentos difundidos hoy es que la Casa Blanca utilizó a Libby como una especie de proveedor secreto de información a los periodistas sobre la información de inteligencia que precedió a la guerra en Irak.

La citada autorización se habría producido en momentos en los que la administración Bush afrontaba críticas cada vez mayores sobre su fracaso a la hora de encontrar armas de destrucción masiva en Irak, el principal motivo que usó Washington para justificar la invasión del país árabe.

La conversación entre Libby y Miller "tuvo lugar sólo después de que el vicepresidente dijese al acusado que el propio presidente había autorizado al acusado a revelar cierta información" de inteligencia, según los documento del fiscal general Patrick Fitzgerald que dirigió la investigación sobre el caso Plame.

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