Almodóvar entusiasma a Cannes con 'La piel que habito'

  • La crítica ha recibido con aplausos el trabajo del manchego.
  • Protagonizada por Antonio Banderas y Elena Anaya, explica la historia de un médico que se vuelve loco tras la muerte de su mujer.
  • El japonés Miike, con 'Hara-kiri, death of a samurai', ha cerrado la jornada.
Pedro Almodovar posa con Antonio Banderas en brazos durante el 'photocall' de ''La piel que habito' en Cannes.
Pedro Almodovar posa con Antonio Banderas en brazos durante el 'photocall' de ''La piel que habito' en Cannes.
REUTERS/ERIC GAILLARD
Pedro Almodovar posa con Antonio Banderas en brazos durante el 'photocall' de ''La piel que habito' en Cannes.

Hace cincuenta años y un día el único español que se ha alzado con una palma de oro, Luis Buñuel, ganaba en Cannes con Viridiana. Y casi como queriendo celebrar la fecha, hoy ha sido el día elegido por la organización de Cannes para que salte a la palestra el penúltimo de los grandes de este año en presentar película, Pedro Almodóvar.

Elevado a la categoría de mito en la Croisette, el manchego puede presumir de ser el único de esta edición, junto a Terrence Malick, que ha provocado largas colas a la entrada de la sala Lumière cuando aún quedaba media hora para que se diera inicio a la proyección de La piel que habito, acabada de montar hace escasas semanas y con la que el director rompe su tradición de estrenar primero en España para llevar luego su cinta al extranjero.

Con este nuevo trabajo Almodóvar vuelve a comprar boletos para que el domingo su nombre figure entre los premiados del palmarés que anunciará el jurado de Robert de Niro. El realizador salta al género del terror, en sus propias palabras, aunque lo hace con su peculiar estilo y optando por crear malestar en el espectador ante lo que se imagina y percibe antes que buscar el susto fácil o la víscera que remueva al espectador de su asiento.

La piel que habito, protagonizada por Antonio Banderas y Elena Anaya, cuenta la historia de un cirujano plástico que se convierte en un auténtico depredador después de la terrible muerte de su esposa, mientras busca una sustituta que llene su pérdida.

No se puede anticipar mucho más del metraje porque el riesgo de caer en puntos que destripen la trama es muy grande. Saltando en el tiempo varias veces, entre el presente -situado en 2012- y varios momentos clave de la vida de Robert, el doctor interpretado por Banderas, ponemos cara, ojos y motivaciones a los hechos del personaje.

A favor de Almodóvar, una historia contada de manera impecable -un hecho que, a estas alturas de festival se nota, y mucho-, rodada con un gran estilo y con un buen puñado de situaciones made in Almodóvar que encajan como un guante para resolver pasajes de gran tensión y que ayudan a crear un rico juego de contrastes.

A la espera de conocer el palmarés del domingo, y de saber por dónde van a ir los tiros del jurado, el realizador se coloca en un buen lugar para competir por el máximo galardón que otorga el certamen.

Otro autor muy particular

La jornada ha estado marcada por los directores con un fuerte carácter. No vamos a descubrir a estas alturas el de Almodóvar, un habitual ya de cualquier quiniela entre los cineastas más influyentes del momento.

Al otro lado un autor que comenzó con fama de enfant terrible y que, poco a poco, se está ganando el respeto del circuito festivalero. El nipón Takashi Miike, un tipo capaz en su día de rodar orgías sangrientas como Ichi the killer, aterradores relatos como Audition o deliciosas marcianadas como Zebraman, participa en la sección oficial con Hara-kiri, death of a samurai.

Miike, que ya presentó la genial 13 assassins en la pasada mostra de Venecia, vuelve al Japón clásico para explicar una historia con guerreros y katanas de por medio. Pero a diferencia de sus trabajos más vitoreados, el realizador de Graveyard of honor opta por un camino mucho más recatado y un estilo infinitamente más sobrio -aunque cierto hara-kiri con una espada de bambú todavía recuerda a sus mejores días-.

Miike se embarca en la historia de un padre de familia que se ve obligado a falsear una petición de suicidio por honor -el hara-kiri japonés- para conseguir del señor de su tierra un crédito para poder comprar medicinas para los suyos. ¿El truco? Ante la embarazosa situación, el mandamás debería obviar el suicidio para evitar tener que presenciar un acontecimiento bastante desagrabale.

Desde ese punto de partida, y sabiendo que el líder del clan acepta gustosamente el ofrecimiento antes que mostrar clemencia, Miike nos explica la vida del padre de familia hasta llegar a ese extremo y la venganza que intenta llevar a cabo su padre cuando se entera de lo que ha sucedido. Y todo ello contado con un más que prescindible 3D, por primera vez presente en una cinta a competición en La Croisette.

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