Como tantos otros jóvenes, Santiago Lozano pensaba que lo tenía todo controlado cuando empezó a consumir drogas a los 16 años. Sin embargo, estas fueron las que le controlaron a él.

Ahora, con 30, comienza a salir del oscuro pozo en el que se vio sumido. Tras un año de tratamiento en la clínica Síndrome y ya casi rehabilitado, ha tenido la valentía de contar su experiencia a 20 minutos: «Empecé a los 15 años a beber alcohol los fines de semana. Un año más tarde, probé el cannabis y poco a poco lo fumaba habitualmente. Era como la forma de integrarme en el grupo de amigos».

Pese a que empezó a notar falta de atención en clase y motivación baja por culpa de los porros, no le dio mayor importancia. «Cada vez fumaba más y, cuando salía de fiesta con 19 años, mezclaba el alcohol con speed, éxtasis o LSD. A partir de los 20 años, también con cocaína», asegura.

Sin embargo, «la marihuana era mi principal adicción. En pocos años pasé de fumar 5 o 6 al día a 15 o 20», añade. Pero ¿cómo le afectaba esta situación a nivel personal? Según explica: «En ese momento no eres consciente de que la cosa va mal. Mis relaciones de pareja no funcionaban. Dejaba a una para buscar otra y tapar la anterior. Con mis padres, pese a que me apoyaban, no me abría a ellos, me encerraba en el consumo para evadirme».

El aspecto económico es otro de los grandes problemas: «Al principio me financiaba el gasto con lo que me daban mis padres, pero yo necesitaba más y les mentía para conseguirlo. Incluso dejaba de almorzar para gastarme el dinero en droga».

Sin embargo, la necesidad de consumo crecía y, por tanto, también la de dinero. Así que el siguiente paso fue dejar los estudios: «Tras hacer tercero de FP, me puse a trabajar y a medida que tocaba más dinero, más consumía y más crecía la dependencia. Era un círculo vicioso.?Al final, me llegaba a gastar entre 300 y 400 euros al mes». Con eso, conseguía encerrarse en su mundo. «Me volví paranoico y victimista con mi familia», asegura.

Santiago había tocado fondo y, por suerte, él se dio cuenta a tiempo: «Llega un momento en que te planteas la situación, los problemas de salud, de pulmones, tos, ansiedad, me levantaba con angustia y pensaba que la vida no tenía sentido. Entonces piensas que puedes lamentarte toda tu vida o tratar de salir». Llegado a ese punto, asegura, «el apoyo de mi novia fue fundamental. La fuerza de voluntad no es suficiente para salir de esto, hay que pedir ayuda. Si hoy estoy casi recuperado, es gracias a ella».

El 80% de los adictos se curan

Javier Carbonell es el director de Síndrome. Según ha explicado a 20 minutos, están detectando adicciones a «nuevas tecnologías, como el móvil o Internet, asociadas al consumo de porros o alcohol». En cuanto a los pacientes, «el 40% vienen por problemas con el alcohol, otro 40% por cocaína y el resto están repartidos entre cannabis y drogas de diseño». El tratamiento dura 6 meses y «el 80% se recuperan».