Un terrorista de Al Qaeda trabajaba supuestamente también para el espionaje británico

  • El diario 'The Guardian' revela documentos secretos en los que se muestra que Bin Hamlili, de 35 años, y acusado de pertenecer a Al Qaeda trabajó para el MI6.
  • Hamlili fue interrogado por la CIA en Guantánamo.
Un preso camina por uno de los patios de la prisión de Guatánamo.
Un preso camina por uno de los patios de la prisión de Guatánamo.
Randall Mikkelsen / Reuters
Un preso camina por uno de los patios de la prisión de Guatánamo.

Un terrorista de Al Qaeda acusado por otro detenido de implicación en atentados contra dos iglesias cristianas y un hotel de lujo en Pakistán en 2002 trabajaba también supuestamente para el MI6, servicio de inteligencia británico, según documentos secretos hechos públicos por el diario The Guardian.

Se trata del argelino Adil Hadid al Jazairi Bin Hamlili, calificado de "facilitador, correo, secuestrador y asesino a sueldo de Al Qaeda" fue detenido en Pakistán en 2003 y enviado luego a la prisión estadounidense de Guatánamo.

Según los documentos que obran allí sobre su persona, sus interrogadores norteamericanos estaban convencidos de que actuaba al mismo tiempo como informante para los servicios de información británicos y canadienses.

Tras su captura en junio de 2003, Hamlili, de 35 años, fue enviado al centro de detención de Bagram, norte de Kabul, donde volvió a ser interrogado repetidamente por personal de la CIA.

Atentados que se le atribuyen

Hamlili fue denunciado por Khalid Sheikh Mohammed, el artífice confeso de los ataques del 11 de septiembre contra EE UU, que dijo a sus interrogadores que 'Abu Adil', nombre de guerra de Hamlili, había orquestado el ataque contra una iglesia protestante en el barrio diplomático de Islamabad, en el que murieron cinco personas, incluido un diplomático de EE UU y su hija.

También le responsabilizó de otro atentado que en el que murieron tres muchachas en una iglesia rural de Pujjab el diciembre siguiente y dijo que él mismo le había entregado 300.000 rupias (unos 2.500 dólares) para que llevara a cabo los actos terroristas.

Esos atentados habían sido imputados antes a Lashkar I Jhangvi, un grupo sectario paquistaní ligado últimamente a Al Qaeda.

Otras informaciones norteamericanas indican que Hamlili "posiblemente" estuvo también involucrado en otro atentado perpetrado frente al hotel Sheraton de Karachi en mayo de 2002, en el que murieron once franceses y dos paquistaníes.

Sin embargo, señala el periódico, las acusaciones contra el argelino, que fue devuelto a su país el pasado enero, donde sigue detenido, no parecen muy fiables, como ocurre con muchas otras acusaciones contenidas en los documentos de Guantánamo.

Según The Guardian, buena parte de las acusaciones de las que ha sido objeto aquél pudieron haberse obtenido mediante tortura. Así se sabe que su acusador, Khalid Sheikh Mohammed, fue torturado en 183 ocasiones mediante la técnica del ahogamiento simulado con agua (waterboarding) en un centro secreto de la CIA en Tailandia durante su primer mes preso.

Yihadista desde los once años

Lo único que parece claro, señala el periódico, es que Hamlili era un veterano de la yihad clandestina y violenta que extiende sus tentáculos desde el norte de Pakistán y Afganistán hasta el Magreb.

Abandonó Orán (Argelia) junto a su padre en 1986, cuando tenía sólo once años, para sumarse a la lucha contra las fuerzas soviéticas en Afganistán y cayó luego bajo la influencia de otros grupos extremistas y se dedicó a reclutar a militantes para la guerra civil argelina.

Bajo los talibanes, Hamlili trabajó como traductor para el Ministerio de Exteriores afgano y más tarde para sus servicios de inteligencia.

Según Clive Stafford Smith, abogado que representa a muchos detenidos de Guantánamo, los documentos publicados por Wikileaks demuestran la "incompetencia burocrática" del espionaje estadounidense.

El lunes, The New York Times y The Guardian publicaron informaciones basadas en documentos filtrados a Wikileaks que indican lo endeble de muchas de las pruebas en las que se basaron los estadounidenses para enviar a los detenidos a Guantánamo y las tensiones entre los propios interrogadores.

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