Mi familia y yo hemos estado años en el campo de Murcia. Nos hemos dedicado a vender fruta, y cada año se ganaba menos y se trabajaba más. Tan dignos somos los meloneros para comernos un filetico como para pensar en el futuro. La agricultura iba tan bajica que me pasé a la construcción. Me lo jugué todo a una carta. Busqué un nombre para hacer reír a la gente, que fuera pegadizo e invitara a subir al trampolín.

Pero hasta ahora nadie se ha subido a su carro.

Hay empresas en Murcia de muchísimo renombre que se quieren subir al Trampolin y yo no quiero. Soy difícil de gobernar. Tomo decisiones en un segundo, y en diez minutos están en marcha.

¿Debe favores?

No. Ni tampoco me los deben. Ése es mi gran triunfo.

¿Cambiaría algo si hay un cambio de gobierno?

Cambiaría matices, cosas puntuales si cambia el Gobierno de Murcia. No soy político y, cuando hago un proyecto, no miro qué partido manda en ese momento.

¿El ‘no’ al Condado de Alhama resta seriedad al negocio murciano?

Murcia está de moda. Tenemos que aprovechar que hay gente que viene.

Por frenar el Condado de Alhama, aquí no va a haber una hecatombe.

¿Cómo le sentó que le plantaran la cárcel nueva en Campos del Río?

En algún lugar había que ponerla. Ahora voy a venderles mis pisos a sus funcionarios.

Bio. Nació en Javalí Nuevo el 17 de octubre de 1970. 35 años. Casado y con un hijo. Su afición: trabajar y resolver problemas.