Los billetes de primera de los eurodiputados reabren el debate sobre sus privilegios

Interior de la sede del Parlamento Europeo.
Interior de la sede del Parlamento Europeo.
EFE
Interior de la sede del Parlamento Europeo.

Los privilegios de los eurodiputados vuelven a saltar a la palestra y a enervar a la población. Esta vez, la votación de un informe no vinculante que pedía que los parlamentarios volaran en clase turista y no en primera destató tal tormenta en la red social Twitter, que varios grupos políticos han rectificado y cambiarán su postura sobre el asunto. La mayoría de los eurodiputados españoles apoyaba volar en clase superior antes de la reacción.

Hace aproximadamente un mes, la eurodiputada británica Nikki Sinclair descubría a muchos de sus compañeros, fichando-por lo que cobran la dieta diaria de 300 euros- para luego marcharse directamente a sus respectivos países. Esta práctica no va contra los reglamentos de la cámara y pese a la polémica, no hubo ninguna reacción por parte de ningún partido político -una de las parlamentarias 'cazadas' era española-.

En un momento marcado por las políticas de austeridad y los recortes sociales y salariales, parece extraño que los diputados no estén dispuestos a renunciar a estos billetes. No es una cuestión de precio -aunque el diario El Mundo calcula un ahorro de casi mil euros por billete para un eurodiputado español-, sino de "flexibilidad", según explicaba el eurodiputado socialista y exministro Juan Fernando López Aguilar, dado que por la gran cuantía de viajes que realizan "a menudo es necesario hacer varios enlaces y cambiar vuelos".

Sin embargo, la población no puede obviar los nada despreciables salarios y prebendas de los diputados comunitarios. No hay que olvidar que cada europarlamentario se embolsa 6.200,72 euros netos al mes, sin olvidar sus dietas para gastos generales (teléfonos, oficina, etc.), de viajes y una fija de 304 euros por día trabajado. Una prima fija que supondría 40.736 euros al año por diputado, si únicamente se facturarán los días de trabajo marcados en el calendario de la cámara (134 al año), cosa que parece que no se hace.

No hay que olvidar tampoco que los antiguos diputados tienen derecho a una pensión de jubilación cuando cumplan los 63 años de edad. La pensión ascenderá a un 3,5 % del importe de la asignación parlamentaria por cada año completo de ejercicio del mandato, sin que el importe resultante pueda superar el 70 % de la misma.

Los eurodiputados tampoco apoyaron una enmienda que pedía congelar sus salarios.

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