Le Traste surgió como una aventura personal del cantante y guitarrista de la banda, Dani Cabezas. Cinco años, tres discos y unos cuantos conciertos después, admite que "quizá lo más importante es que ha dejado de ser mi proyecto personal en clave acústica para convertirse en una banda a todos los efectos". También ha cambiado el entorno, "tener un grupo es una tarea compleja, y más en los tiempos que corren, pero es un constante aprendizaje del que disfrutamos mucho", así que no han dejado de reinventarse.

Tal vez su última mutación sea la más radical: el cambio de idioma, del inglés al castellano, que ha dado un giro inesperado a su música. No es puntual ni responde a modas, se trata de una decisión visceral y que ya "no tiene marcha atrás. Supuso un reto, pues el 90% de las bandas que escucho (y, por tanto, mis principales referencias) son anglosajonas. Pero llega un momento en el que te preguntas ¿qué estoy haciendo? Por muy bien que creas que hablas inglés, nunca podrás expresar emociones igual que en el idioma en el que piensas". Parecerá más fácil, pero sentirse "cómodo" no ha impedido que sea todavía más meticuloso componiendo "para no caer en lo obvio. Puede sonar a tópico, pero no pienso en el oyente cuando escribo, sino en ser sincero y exigente conmigo mismo".

Además, en Incendios en desiertos "el papel de los otros tres miembros de Le Traste ha sido más decisivo que nunca. Hay un poco de todo: canciones compuestas por mí, otras por todos, alguna en la que no he participado... Y en general, canciones en las que cada uno aporta su visión. Creo que esa variedad enriquece el conjunto". Igual que no tienen miedo a los temas largos (rara vez bajan de tres minutos), tampoco les obsesiona el estribillo o crear un estilo uniforme. Cada disco es un viaje por diferentes paisajes. "La música es muy libre de fluir por lugares insospechados. Así que cuanto menos se ciña a dogmas o estereotipos, mejor".

"Llevo años a la deriva", cantan en Aguas claras. En su caso, "la música siempre es una terapia, como oyente y como intérprete. Hacer canciones sirve para exorcizar demonios, disfrutar, explorar, jugar... Y sí, también para encontrarse a uno mismo... o simplemente perderse un poco más". ¿Y si tuvieran que dejarlo por causas forzosas? "Tendría que ser algo realmente extraño, la verdad. No me lo imagino. Tocar se ha convertido en una necesidad vital desde mi adolescencia y una parte esencial de mi forma de ser".

Como si no tuviera suficiente, ha fundado el sello discográfico Anomia, "un proyecto entre amigos con el que, además de sacar los trabajos de Le Traste (que coedita Holy Cuervo), editamos los discos en solitario de Santiago [su bajista] y a bandas como GANZ, Vaz Oliver o Vidal". Ahí no queda la cosa. Su última iniciativa son los Domingos Crudos, "una cita vespertina y dominical de microconciertos de 15 minutos, cada artista toca unas tres canciones y da paso al siguiente. En una hora puedes ver cuatro propuestas totalmente diferentes: pop, rock, indie, folk, blues, canción de autor... en acústico, a cambio de la voluntad".

Aunque sus temas funcionan en acústico, "no hay nada comparable a tocar con la banda al completo en formato eléctrico". Teniendo en cuenta que Incendios en desiertos se grabó con los músicos tocando en directo en el estudio, no se nos ocurre mejor forma de descubrirlos que verles actuar. Estarán el 7 de marzo en Bilbao (Pabellón 6); 27, en Barcelona (Monasterio); 28, en Zaragoza (La Ley Seca); el 8 de mayo, en Madrid (Siroco); el 6 de junio en Málaga (Velvet) y el 7, en Sevilla (El Holandés Errante). Su disco, a precio voluntario en la página de Bandcamp de Le Traste.