Intensas emociones en la pasarela de París

Lacroix y Valentino utilizaron las pieles en sus desfiles, y una activista de PETA puso la nota discordante al subirse a la pasarela desnuda.
Un activista de PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) en acción durante el desfile de Christian Lacroix con motivo de la presentación de su colección otoño invierno en la pasarela de París.
Un activista de PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) en acción durante el desfile de Christian Lacroix con motivo de la presentación de su colección otoño invierno en la pasarela de París.
REUTERS
Un activista de PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) en acción durante el desfile de Christian Lacroix con motivo de la presentación de su colección otoño invierno en la pasarela de París.

El "prêt-à-porter" de París para el otoño-invierno 2007-2008 vivió hoy las intensas emociones propuestas desde el podium por Karl Lagerfeld, Loewe, Andrew GN, Lacroix y Valentino, entre otras marcas de altura.

Lagerfeld abrió temprano y delicadamente de negro la jornada, ante un público apenas recuperados del exquisito delirio escocés multicolor vivido anoche con Jean-Paul Gaultier.

Sobrios abrigos y chaquetas tres cuartos caqui, "muy años 80", según los especialistas del momento, conjuntos de dominante azul noche y omnipresencia del negro contrastaron con los rojos, amarillos, verdes y marrones anaranjados de la barroca víspera, donde, por supuesto, hubo también su negritud.

Con Lagerfeld el color se concentró en muy pequeños detalles, casi insignificantes, pero de gran poderío, como las uñas, rojas, enormes, largas, vistosísimas, junto a sus vestidos túnicas azules, etéreos grises, o trajes largos de noche negros o azul marino, bordados con detalles plateados.

La paleta se excedió tan sólo en otro elemento decorativo de la colección, los guantes, de cuero, estilo motorista, teñidos de turquesa, de rosa o de verde, para resaltar aún más el modelo al que acompañaban y el revestimiento córneo bermellón que ponía punto final a los dedos de las maniquíes.

Sin olvidar la imprescindible presencia del negro, otros modistos, en cambio, tomaron hoy los colores como punto de partida, al menos de una parte de su colección.

Ejemplo ideal de esta tendencia desarrollada ampliamente el martes por John Galliano para Christian Dior fue José Enrique Oña Selfa, de origen español, quien eligió el turquesa como color fetiche de algunos de sus modelos.

Vestidos de ante, blusas de satén, shorts, pantalones y chaquetas entalladas, brillaron con esa intensidad, osadamente sensual, mientras que el negro se llenó ante todo de cuero, en forma de pantalones pitillo, ajustadas gabardinas o conjuntos de vestidos y faldas cortas.

Las pieles hicieron una brillante aparición, en forma de bolero de zorro rojo del Canadá o de abrigo, con la cintura bien marcada.

En cueros contra el uso de pieles

A diferencia de lo ocurrido en otras pasarelas, no hubo aquí ninguna protesta espectacular contra el uso y abuso de las pieles. Sin embargo, la histórica firma española de marroquinería Loewe, propiedad desde hace varios años del número uno del lujo mundial, el grupo francés LVMH, significa intrínsecamente piel, cuero, ante, cocodrilo -como el de los bolsos gigantes portados por algunas modelos- y otras materias primas animales de base.

Los servicios de seguridad de Christian Lacroix y, con mayor acierto, los de Valentino, sí tuvieron que hacer frente, en cambio, a sendas campañas contra el despellejado animal.

Con Valentino, el desnudo con el que se quería llamar la atención contra el maltrato de los animales no llegó a subir a la pasarela, pero sí tomó brevemente la de Lacroix, con una pancarta en la que podía leerse en inglés algo así como "mejor desnuda que con pieles".

En ambos casos todo fue muy rápido y algunos espectadores ni siquiera se percataron del incidente.

Curiosamente y a diferencia de Loewe, tanto Lacroix como Valentino -quien inspiró su colección en las actrices de Hollywood de los años 40 y la dedicó, sin duda, a las que irán a Los Angeles el año próximo en busca de un Oscar, utilizaron la piel y las pieles como elemento decorativo y en pequeñas cantidades antes que como base estructural de sus prendas.

Más negro que de costumbre con Lacroix, quien mantuvo en vigor el preciosismo de su trabajo, y violentos golpes de color para conjuntos rojos, azules o violetas, con Valentino, fueron algunas características de sus pasarelas.

Andrew GN, por su parte, soñó con una mujer clásica y serena, neoyorquina, con modelos muy cortos de día y largos y bellamente bordados de lentejuelas para el coctel o la noche, como tanto gusta portar la clienta estadounidense.

Tras el bombardeo de tendencias para la mujer del invierno que viene, lanzado en lo que va de año desde las pasarelas de Madrid, Barcelona, Nueva York, Londres, Milán y ahora París, la noche del miércoles se reservaba la sorpresa del mago Hussein Chalayan, que ya enamoró a su público con su colección para el verano 2007.

Prevista a las 20.30 de la noche, es decir, en ningún caso antes de las 21.00 horas, pero dado el retraso consolidado a lo largo del día difícilmente antes de las 21.30, los diseños Chalayan volvían a anunciarse revolucionarios.

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