Los barceloneses que viven solos son la tipología mayoritaria de hogar, por delante de las parejas y de las familias con un hijo. De hecho, este cambio de tendencia, que empezó a observarse con el inicio de la crisis económica, en 2007, ha ido acentuándose hasta llegar a finales del 2012 con 204.523 hogares con un solo inquilino, cifra que supone un récord a la ciudad.

Si se comparan los datos hechos públicos por el Ayuntamiento de Barcelona entre 1991 y la actualidad, se observa que el número de hogares con un solo miembro se ha duplicado en los últimos 20 años, puesto que hace dos décadas había un total de 104.466. En aquel momento, los hogares formados por parejas eran mayoritarios (160.511), seguidos por los que estaban formados por tres miembros (127.083) y cuatro (117.169).

Ahora, la tortilla se ha dado la vuelta y los hogares con dos miembros están por debajo de las monopersonales (la diferencia es de -8.891), mientras que aumenta todavía más la distancia con los hogares de tres personas (la diferencia con los hogares de una sola persona es de -80.962) y las de cuatro miembros (con una diferencia de -116.993).

Este cambio de tendencia se ha traducido en medidas para adaptar las viviendas a la nueva realidad familiar. El ejemplo más claro es la reciente decisión del Gobierno de la Generalitat, del pasado octubre, de rebajar la superficie mínima de los minipisos legales de los 40 a los 36 metros cuadrados para "flexibilizar las exigencias de diseño de las viviendas".

Entre 1991 y 2001, no se notaron excesivos cambios en las dimensiones de los hogares barceloneses. Durante aquellos años, se mantuvo la proporción mayoritaria de viviendas con dos, tres y cuatro miembros, pero ya apuntaba una pequeña tendencia a aumentar el número de hogares con un solo inquilino (+50.997). Lo que se ha producido en la última década, según el Censo de Población y Viviendas, es que ha ido subiendo el número de hogares con una sola persona en la misma proporción apuntada entre 1991 y 2001, con un crecimiento de 48.617, pero, en cambio, ha ido cayendo progresivamente el peso de los hogares con dos, tres o cuatro personas.

En buena parte, este fenómeno se debe a los cambios en la tipología de familias, puesto que ha ido paralelo a una menor natalidad, a la caída de las uniones y al envejecimiento progresivo de la población barcelonesa. De hecho, se observa que los ciudadanos que viven solos tienen, mayoritariamente, o bien entre 25 y 39 años o bien entre 75 y 89 años. Si el 1991 había contabilizado un total de 930 barceloneses de 90 o más años viviendo solos, en la actualidad son 6.931. Las diferencias también son muy grandes en las franjas de edad entre los 80 y los 89 años y, también, se triplican en el caso de los jóvenes de entre 30 y 40 años.

El mayor acento en el cambio de tendencia hacia unos hogares más solitarios se empieza a apreciar a partir de 2007 y se ha agudizando coincidiendo con los años de la crisis económica. El mayor punto de inflexión se produjo entre los años 2010 y 2011, cuando se superaron los 200.000 hogares con un solo miembro y hasta llegar al récord actual.

Si por una parte se han disparado los hogares con un solo miembro en Barcelona, también se han multiplicado —en este caso, por siete— en los últimos 20 años las viviendas ocupadas por nueve o más personas. Si en 1991 sólo suponían 624, en la actualidad, ya suman 4.169. De hecho, la normativa aprobada por la Generalitat a finales del pasado mas de octubre pretendía frenar el fenómeno de la sobreocupación de los pisos en crecimiento en parte por los fenómenos migratorios, puesto que se fijó la superficie mínima por habitación en 5 metros cuadrados por persona.