Cuando llegó al pabellón donde competirá en los Juegos Olímpicos, Lidia Valentín casi se echa a llorar. El detalle ayuda a intentar comprender la pasión de esta leonesa por la halterofilia, deporte que practica y ama desde los 11 años. En Londres, cualquier cosa es posible.

¿Como es su día a día en la Villa Olímpica?

Me levanto prontito y depende del horario del entrenamiento. Desayunas, vas con el psicólogo, me entreno dos horas, intento ver alguna competición, descanso, un paseito y a la cama.

¿Da tiempo a aburrirse?

Nada. Me he traído un montón de libros pero ni los he empezado.

Para los profanos en la materia, ¿cómo es una competición de halterofilia?

Está la arrancada, donde tienes que subir de una sola vez, sin parar hasta encima de la cabeza con los brazos extendidos. El segundo movimiento es el dos tiempos: primero desde el suelo a los hombros, y luego por encima de la cabeza. La suma de la arrancada y los dos tiempos es lo que te da la medalla. Gana quién más levante.

¿Cuál es el máximo peso que ha levantado?

En arrancada 122 kilos y en dos tiempos 145.

Llega con buenas perspectivas a Londres...

Sí, he tenido muy buenos resultados y vengo mejor preparada que nunca. Intento centrarme en mí y no pensar en mis rivales. Aquí las mejores son las rusas, dominan la categoría desde hace mucho. Ellas y una kazaja están por encima del resto.

¿Le da la halterofilia para vivir?

Si eres bueno sí, gracias a la beca ADO. Aparte de entrenarme también he hecho cursos relacionados con deportes, pero nada muy presencial, porque el deporte cada vez me pide más tiempo. Ahora estoy unas cinco o seis horas diarias.

¿El papel del psicólogo es clave en su deporte?

Hay tres claves: lo físico, lo mental y lo técnico. Si una de esas falla, estás perdido.

¿Y de mente como anda?

Yo soy muy optimista, siempre.

¿Se intimidan entre las rivales antes de competir?

Yo ni las miro. Me centro en mi competición y no hago caso al resto.

¿Qué le dijeron sus padres cuando les dijo a los once años que quería hacer halterofilia?

Mi madre me dijo que si no había otro deporte, que ya se me pasaría, pero luego empezó a gustarle y ahora ellos me acompañan a las competiciones y les encanta, aunque no tanto como a mí.

¿Qué significa para usted este deporte?

Lo es todo, me encanta. Cuando mis amigas salían del colegio y se iban al parque o por ahí, yo solo quería irme a entrenar. Estaba deseando terminar el colegio para ir al gimnasio. Creo que soy muy afortunada por hacer lo que me gusta, mi pasión. Lo tengo clarísimo