Hace unos meses, todo apuntaba a una temporada mediocre del Madrid, pero la llegada de Zidane al banquillo cambió el rumbo de un equipo a la deriva hasta revertir por completo esa situación con la conquista de la undécima, cuya final fue vista en Antena 3 por 9,4 millones de personas (57,3% de cuota de pantalla) y por 11,6 millones (62,3%) los penaltis, lo más visto del año.
Zidane se instala en el éxito y, de paso, gana el crédito que le faltaba de cara a un futuro que le traerá su primer proyecto con máxima responsabilidad para la próxima temporada, decidiendo altas y bajas para la posible campaña de su confirmación. Florentino Pérez, su principal valedor, no ha hecho más que deshacerse en elogios hacia Zizou. Razones no le faltan al máximo mandatario blanco.
Zidane cogió a un equipo roto y desmotivado, eliminado de la Copa del Rey por alineación indebida en su primer partido y que llegó a estar a 12 puntos del líder de la Liga, el Barça. Y lo ha hecho a base de aplicar la psicología que le había faltado a Rafa Benítez, su antecesor en el cargo, y con la que el francés encontró en el terreno de juego la respuesta deseada de un grupo de futbolistas que volvía a creer en su entrenador y en sí mismo.
La final de San Siro confirmó la resurrección que ha tenido el Madrid a lo largo de la temporada 2015-16. Pero el éxito de la Champions se escribe desde la regularidad de la Liga, en la que no perdió un encuentro desde el que el 27 de febrero cayera en el Bernabéu ante el Atlético. Ese, y el partido del Camp Nou, marcaron el devenir de Zidane en el Madrid. El primero, porque vivía sus primeros momentos en la élite y perdió el duelo con Simeone, sembrando dudas en un proyecto que no se despejaron hasta el triunfo en el clásico, clave en su exitosa campaña.
Reconstruido el equipo física y moralmente, la escalada en Liga fue imparable hasta el punto de jugarse el título con el Barça en una última jornada que sonrió a los culés.
Pero la historia le tenía reservado un hueco en una Champions en la que siempre creyó con un optimismo hasta ahora desconocido en su etapa de jugador. Aunque él prefiere llamarlo "positivismo".
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