Hasta que Alexander Vinokourov se marcó este miércoles una exhibición de las suyas con la meta de Murgia en las proximidades, un ataque a dos kilómetros del final que encontró el éxito en parte a su perseverancia y en parte a la desorganización del grupo principal que había superado el escollo del Alto de Altube y el terreno rompepiernas posterior, hasta esa escapada, el Astaná vivía con preocupación la temporada.

Una victoria, la de Remi di Gregorio en la París-Niza, decoraba el palmarés del que, por puntos, cierra la clasificación mundial. Mucho presupuesto, poco eco. Menos aún desde que emigró Alberto Contador.

Vinokourov, un veterano que manchó una excelente hoja de servicios labrada con combatividad y espectáculo por un positivo en el Tour, un buen ciclista habituado a dar la cara, pero manchado pase lo que pase porque así es el sino del dopaje, ganó la tercera etapa de la Vuelta al País Vasco, su primer éxito en la Itzulia, y frenó el descrédito. "Es una victoria grande para mí y para el equipo. Todos esperaban la victoria del líder y aquí está y ahora espero muchas más".

El kazajo aprovechó un conato del colombiano Fabio Duarte (Geox), el último intento serio de una jornada muy calurosa, rica en fugas y marcada po la tendida y hermosa ascensión a Altube (a once kilómetros del final) donde se concentró el mejor espectáculo. Todo se decidió en su virtual descenso, Vinokourov voló y aventajó en ocho segundos a un pelotón encabezado por Óscar Freire y en el que Purito Rodríguez, que disputó esa llegada, le arrebató el liderato a Andreas Klöden.

Con once ciclistas en diez segundos y otros muchos no muy lejos, Purito se pone a prueba hoy en la ascensión al Santuario de Arrate, en Eibar. Tal vez decisiva.