En un partido en el que los zaragozanos necesitaban reconciliarse con su afición, los dos primeros cuartos estuvieron marcados por la irregularidad hasta los veinte últimos minutos, que fueron para los zaragozanos, sobre todo por la presencia de Ondrej Starosta que proporcionó un notable poder intimidador a su equipo. La segunda parte fue igualada, ya que hasta el minuto 27 los zaragozanos no volvieron a ponerse por delante en el marcador (45-44).
En la recta final del partido, los zaragozanos tuvieron los nervios más templados y consiguieron la victoria ante los 8.000 espectadores del Príncipe Felipe, en un partido en el que para aragoneses y catalanes había algo más en juego que una victoria.
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