Thaïs Henríquez: "Lo nuestro fue el milagro de la sincro española"

Thaïs Henríguez, en la piscina que tantos éxitos le ha dado.
Thaïs Henríguez, en la piscina que tantos éxitos le ha dado.
Silvia Serrano
Thaïs Henríguez, en la piscina que tantos éxitos le ha dado.

Thaïs Henríquez salió del agua hace unos meses y en tierra tampoco ha parado. Licenciada en Ciencias de la Actividad física y el deporte y en Derecho, su cerebro está en constante ebullición: estrena web (thaishenriquez.com), junto con un blog donde compartirá sus vivencias, aprendizajes, su estilo de vida y nuevos retos, todo enfocado al deporte. En sus redes sociales como Instagram (@thaishenriquezt) se aprecia su no parar y prepara para la próxima semana un reto mayúsculo: la ascensión al Mont Blanc (Suiza), montaña que supera los 4.800 metros de altura.

Mientras, guarda un hueco para la sincro que le dio dos medallas olímpicas, para disfrutar de sus primeros Juegos Olímpicos fuera del agua, animando al dúo Gemma Mengual-Ona Carbonell y aún muy triste tras la eliminación del equipo español de sincronizada, un milagro del que ella fue protagonista durante una década y que se ha ido al traste como un castillo de naipes.

Thaïs ha analizado para 20minutos el panorama actual de la sincronizada, acercando al espectador un deporte único.

La natación sincronizada es un deporte que traspasa límites.

El dominio del agua como prioridad fundamental y base de todas las cosas, te obliga a sumergirte durante horas interminables hasta conseguir lo que parecía "imposible", encontrarte más cómoda dentro del medio acuático que fuera.

Es un deporte muy completo en el que debes trabajar la fuerza, la potencia, la explosividad, la flexibilidad, las acrobacias, la resistencia,... y podría seguir hablando hasta un sin fin de puntos imprescindibles que componen este deporte y que hacen que su completa transferencia en el agua, sea la máxima expresión de la palabra 'arte'.

Las modalidades de natación sincronizada son cuatro; solo, dúo, equipo y combo, pero las únicas pruebas olímpicas son el dúo y el equipo, en las cuales nos centraremos a continuación. Cada una de ellas esta compuesta por dos rutinas, una técnica y la otra libre.

Rutina técnica

La rutina técnica se compone de siete elementos técnicos que se deben ejecutar e incluir obligatoriamente y en los que se basará la mayor parte de la puntuación.

Existen diferentes elementos técnicos dependiendo de si la prueba es de equipo o de dúo. La puntuación técnica ocupa el mayor porcentaje de la nota final, por lo que es fundamental ejecutar dichos elementos con la mayor precisión y exactitud posible, teniendo en cuenta que el resto de la rutina deberá ser muy dinámica y estar compuesta de elementos con dificultad, para de esta manera, completar el resto de nota artística con buena puntuación.

La estrategia española siempre fue complementar el resto de la rutina con elementos originales y propios de una rutina libre, que hacían que nuestras rutinas técnicas fuesen atractivas e interesantes de ver, a la par que muy complicadas de llevar a cabo, puesto que siempre intentamos camuflar nuestras deficiencias técnicas bajo una extrema rapidez en la velocidad de los movimientos, un gran desplazamiento a lo largo de la piscina y una apnea que superaba el 70% del total de la rutina, siendo el único país del mundo que pasaba tanto tiempo bajo el agua.

Rutina libre

Por otro lado, en las rutinas libres tienes plena libertad para decidir cómo estructurarlas, sin ningún tipo de elemento obligatorio que debas incluir y siendo 100% amoldable.

Utilizar una estrategia u otra depende de cada equipo, es decir, cada uno elige cuantas acrobacias quiere hacer, qué tipo de elementos quiere añadir, cuánta dificultad, cuántas figuras (elementos de piernas) quiere realizar,... La creatividad, originalidad y el riesgo juegan un papel fundamental en este tipo de rutinas, donde es imprescindible enganchar al espectador, crear un tema y hacerle cómplice de él.

Al tener todo el margen del mundo para innovar y, sobre todo, para arriesgar, siempre es la rutina más espectacular.

La filosofía española siempre fue la asunción del máximo riesgo y la búsqueda constante del movimiento más original. Llegábamos a límites en los que se rozaba lo imposible; cada movimiento, cada acrobacia, los desplazamientos sin descanso, los continuos cambios de posición entre las nadadoras, la impresionante velocidad, las apneas interminables,... Fue precisamente esa búsqueda continua de lo que en un principio parecía inalcanzable, lo que nos hizo únicas.

La expectativa que creábamos en cada competición se sentía en los entrenamientos previos con el resto de países; ¿Qué hará España esta vez? ¿Qué harán las locas españolas? Justo eso fue lo que marcó un antes y un después en la historia de la sincro española, esa filosofía innovadora y arriesgada, esa apuesta al todo o nada, ese compromiso de equipo que nos hacia cómplices del riesgo, esa ilusión por sorprender y superar los límites estipulados, esas horas interminables al borde de la piscina y fuera de ella investigando y buscando la perfección en cada pequeño movimiento.

Menos de 1.000 licencias en toda España

Eso fue lo que hizo que la sincro española siendo un deporte minoritario con menos de 1000 licencias en todo el país, hiciera frente a la mismísima Rusia y desbancara con absoluta hegemonía a potencias como China y Japón.

Esa magia ilusionó a España y consiguió que la Natación Sincronizada fuera uno de los deportes más seguidos por los españoles en Londres 2012, y eso sí que fue un milagro, el milagro de la sincro española.

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