Correr es un asunto de cobardes... y de valientes

José Francisco Iglesias, segundo en la Desert Run subiendo las dunas
José Francisco Iglesias, segundo en la Desert Run subiendo las dunas
JORDI ANGUERA
José Francisco Iglesias, segundo en la Desert Run subiendo las dunas

Primero, un pie. Después, el otro. Aumentas levemente el ritmo y llegará un momento, apenas un instante, en el que te sostiene el aire, cerca pero lejos del suelo. Estás corriendo y las opciones de que el virus se convierta en huésped son altas.

Cada uno tiene sus propias razones para correr; decidirá y responderá de qué huye o qué persigue, si corre por cobarde o por valiente, pero un CIS sobre el atletismo popular incluye en el 90% de las respuestas tres palabras: sensación de libertad. Suena místico, pero 20 de los 23 encuestados para el artículo no se han olvidado de mencionarlo.

La novedad torna en rutina, poco a poco, con interrupciones. El primer día son 25 minutos a lo sumo, y vuelves a casa arrastrando el alma, mientras el cerebro impone la orden de no repetir la experiencia y hasta la uña del dedo gordo del pie, especialmente ella, secunda la moción. Las agujetas dictan sentencia el segundo día, pero el tercero llegas a los 4 kilómetros, o 5, y aumenta el ‘flipamiento’. Haga frío o calor, llueva o nieve. Eso es correr, un no parar.

Pasarán las semanas hasta que llegue el amanecer de la alternativa. Encima de la silla o sillón, o a los pies de la cama, todo está preparado desde la noche anterior, como si llegasen los Reyes. Todo en su sitio: los pantalones, las zapatillas emparejadas, los calcetines del derecho, el dorsal junto a los imperdibles. Lo repasas todo una, dos, trece veces... Es tu primera carrera popular y posiblemente otras 20.000 personas por toda España estén haciendo -y sintiendo- exactamente lo mismo a esas horas. Habrás oído que la hidratación es básica y bebes tanta agua como veces tendrás luego que visitar el baño. Quizás caiga un desayuno a base de pasta... cosa de los hidratos.

A diez minutos de la salida, el manicomio: una jaula de locos que giran sobre una baldosa al ritmo del pulsómetro, cien clics por segundo para controlar zancada, distancia, tiempo y corazón. Los atletas, se conozcan o no, comparten nervios, desafíos y discuten tiempos y ritmos a seguir. La masa entera estira, una, dos y todas las veces que se necesiten para templar nervios. El músculo ya no está estirado, está harto.

Llega el instante. Toca correr y el cuerpo divide el trabajo: piernas a galeras, circulando al ritmo que imponga el corazón, mientras arriba, la torre de control busca distracciones y estímulos más allá de la meta: el abrazo familiar, el pique con los amigos que vienen detrás, el cercano banquete o la relajante ducha... el bienestar que ahora mismo no existe.

Quizás, a mitad de carrera, surja el monólogo: "¿Pero qué hago aquí, por qué corro si puedo parar y cansarme menos?". Llegarán las dudas, pues si el ser humano no duda, malo, pero nada más cruzar la meta, o quizás treinta segundos después, cuando el alma y el resuello recuperan su sitio, ya estarás diseñando tu próximo objetivo. Y según corras evolucionarán tus interrogantes: qué zapatilla viene mejor a mi pisada, a qué pulsaciones debo ir, qué gel sienta mejor a mi estómago, qué tipo de dolor siento en la rodilla... ¿será tendinitis? Te conviertes en podólogo, cardiólogo, nutricionista, traumatólogo, psicólogo y todo lo que haga falta para perfeccionar la máquina.

Es el running, la fiebre que se propaga, que en Estados Unidos conocen décadas ha y que en España ya es deporte de masas: más de 4.000 carreras al año y 300 millones de euros de beneficio, solo en venta de material, certifican una tendencia imparable, o eso parece. No hay fin de semana en una gran ciudad que no tenga dos, tres o hasta cuatro carreras a la vez, y casi todas irán repletas de corredores. Todas las capitales de provincia ya cuentan con su media maratón o maratón completa, y muchos atletas las marcan en su calendario en busca de marca: para hacer grandes marcas, mejor Sevilla y Valencia (llanitas), para sufrir de lo lindo, Madrid (una montaña rusa rompepiernas), para disfrutar como nunca la preciosa Behobia-San Sebastián... buffet libre de pruebas.

Y donde hay corredores, hay negocio y marcas, y multinacionales de zapatillas, de geles, de ropa, de tecnología... una enorme variedad y una montaña de dinero apoyada sobre el pilar de una de las emociones más primarias, divertirse saliendo a correr.

¿Por que correr?

Al redactor jefe de la prestigiosa revista Runners, Alberto Hernández, uno de esos corredores de pedigrí y con varias décadas ya dándole a la zapatilla, lo castigaban a veces en su colegio. "Antes, el castigo si hacías algo mal siempre era correr, me mandaban a dar vueltas al patio y a mí me encantaba. Corro porque es bueno para la salud, porque me da sensación de libertad. Salir a correr por la mañana me cambia el día, estoy mucho más activo y más contento el resto de la jornada", señala.

"Correr te hace estar más alegre", coinciden varios corredores y psicólogos consultados. A medida que el cuerpo se adapta a su nueva rutina libera más endorfinas, las hormonas ‘de la felicidad’.

La unanimidad es total a la hora de diagnosticar la buena salud del atletismo popular en España. Lo corrobora Paco Noguera, socio fundador de Carreraspopulares.com, una de las páginas de referencia de la disciplina y en cuyo censo se alojan 3.926 pruebas anuales. "El número de aficionados está creciendo especialmente desde 2007. El running es más que un deporte, forma parte de los hábitos saludables de cuerpo y mente. Además, tiene características que lo hacen idóneo para la práctica: es muy fácil adaptarlo a tus horarios y todo el mundo tiene cerca un lugar donde entrenar (parques, jardines, vías verdes, etc.). Las carreras son la parte más social y punto de encuentro de los corredores que comparten la afición y son un test para comprobar las mejoras en su preparación física".

Una vez instalado en la clase social de los runners, con varias carreras ya en tus piernas, las metas van creciendo y multiplicándose los kilómetros a recorrer y los meses que llevará preparar el siguiente desafío: de los 10 kilómetros a la media maratón, de la media al maratón completo (palabras mayores ya) y a partir de ahí: tartán, césped, piedra, roca o arena. Las opciones y retos son casi infinitos, con un grado de sufrimiento y recompensa para elegir.

A la montaña

Entre las opciones que atraen adeptos como un imán está el trail, básicamente correr por las montañas. Barbara Gutiérrez Teira, entrenadora de deportes de resistencia de Infinite Runs y organizadora de la Gredos Infinite Run (un eterno y maravilloso suplicio entre montañas en el que el atleta puede elegir entre correr 47, 70 o 117 kilómetros arriba y abajo) tiene claro el atractivo de esta disciplina: "El trail tiene la ventaja de que te lleva a correr a lugares de gran belleza y tranquilidad.

El reencuentro con la montaña es algo que tiene mucho atractivo y la gente lo está descubriendo ahora. Además, con el estilo de vida que llevamos, la gente quiere variación, cosas nuevas, salir de la rutina... y el trail aporta todo eso. Si bien tengo claro que el running está aquí para quedarse un tiempo largo, con el trail ya veremos si es una moda pasajera hasta que salga otra cosa nueva o no. Lo cierto es que, hoy en día, no todo el mundo está preparado para la montaña y por muchas ganas que haya, no todo el mundo tiene tiempo para entrenar de manera adecuada, y eso se ve en las carreras. Otro factor a tener en cuenta es que, teniendo en cuenta el ritmo al que van las cosas, creo que es cuestión de tiempo que entidades reguladoras empiecen a poner limitaciones en el monte para la celebración de estas carreras y eso puede condicionar mucho. Ya veremos dónde desemboca".

Frente a la montaña, el desierto es otro de los escenarios que en los últimos años ha ‘padecido’ la invasión de las zapatillas.

<p>Corredores en la Desert Run</p>

Al desierto

Esta historia comienza por la mañana, con un buen madrugón y mil dudas antes de cerrar la maleta. Nieves y Héctor despiertan en Segovia tan inquietos/ilusionados como Sergio en Almería, Alfonso en Plasencia, Manolo en Granada, José Francisco y Antonio en Madrid, Fernando y Altair en Barcelona, Juande en Jerez, Fran en Valencia, Anna en Londres o José Luis en Bruselas. Locos todos ellos por el atletismo popular y que han puesto la ‘X’ en la Desert Run: 62 kilómetros a través del Sáhara divididos en tres etapas.

Es la Desert una carrera soñada hace años por Joan Boada (director de la agencia Sportravel) y que ofrece al corredor un caramelo más que apetecible. El lema de Joan y de su empresa ya lo dice todo: El mundo es un gran lugar para correr. Un año tardan en organizar esta carrera (no es la única, pues cuentan en su agenda con 33 maratones más), su niña bonita: "Es el resultado de mi pasión por correr y por Marruecos. Aquí viene gente a correr y se van amigos eternos". Le sobra razón. Se corre, pero primero se comparte.

Ha pasado ya la primera etapa de 15 kilómetros y la meta de la segunda -que llega tras meterse para el cuerpo otros 21-, es un solárium de cuerpos tendidos al sol, doloridos, deshidratados y donde se compite por la ampolla más grande. Se aplican soluciones de emergencia para aguantar al día siguiente: aguja para dentro, líquido para fuera. Suena peor de lo que al final resulta.

Un minuto después, ya no hay dolor. Al grito de Héctor todos se levantan de inmediato: su mujer, Nieves, está llegando a la meta y hay que recibirla como se merece. Es una crack. Ya no hay dolor, solo emoción: y los que antes sudaban ahora lloran, o mezclan lágrimas con gotas. "Correr une a la gente como pocas actividades", abunda Joan.

La relación entre el optimismo vital que proporciona correr con el pesimismo al que aboca la crisis también tiene su importancia cuando se buscan orígenes del boom del atletismo popular en España. Asunto de vasos comunicantes. "Yo creo que una cosa está relacionada con la otra -apunta Alberto Hernández-, independientemente de las quejas por todas las nuevas cosas que salen, correr es barato y además te cambia: creo que ha ayudado mucho a gente que tiene problemas. Estás en el paro y te desesperas, te quedas en casa sin ganas de hacer nada, incluso te descuidas, pero correr ayuda a transformar esos pensamientos en positivos".

Joan Boada opina que este fenómeno "hubiera llegado con o sin la crisis" y Paco Noguera también relaciona una cosa con otra: "La crisis lo ha convertido en un deporte muy solidario, prueba de ello son la multitud de pruebas que junto a la cuota de inscripción incorporan aportaciones solidarias, así como  muchas asociaciones y ONG que, directamente con la organización de este tipo de eventos, están encontrando recursos para financiar sus proyectos solidarios.

Últimas zancadas

De vuelta a la arena, la meta de la última etapa no llega nunca. Son 26 kilómetros de nada, opinarán los más experimentados, pero las piernas tienen memoria y guardan el recuerdo de martirios anteriores y de una excursión en camello que pone a prueba cuádriceps, isquios y demás músculos. En cabeza, José Francisco es de los primeros que acaba la carrera; llega segundo y en la meta recupera el aliento junto a su mujer y a su hija Jimena. Solo pudo ganarle un tal Abel Antón, doble campeón mundial de maratón, por cierto, que en los últimos kilómetros de la carrera tira de galones.

En las dos horas siguientes continúa el goteo de ‘locos’ que llegan al oasis: Fernando, Alfonso, Manolo y Héctor llegan de los primeros, Sergio entra con pirueta incluida, José Luis cruza la meta como si nada (total, esto es un aperitivo para él, que en abril estará en el Marathon Des Sables, 250 kilómetros en cinco días por el desierto), Fran sufre alguna molestia pero llega a todo gas y Juande muerde el chupete de Candela, a puntito de nacer. Unos kilómetros detrás, Nieves, Antonio y Raúl trazan su plan: acabar como sea. Y lo consiguen. Y al instante, cansinos ellos como todos los de su especie, ya están pensando en volver a correr, en poner un pie tras otro y, durante apenas un instante, escapar del suelo.

Los expertos aconsejan

Chema Martínez, campeón de Europa de 10.000 metros. Rutinas a seguir cuando estas empezando:

  • Fijarse un objetivo que sea asequible a nuestro nivel de forma física.
  • Respetar los tres pilares básicos de un runner: buena alimentación, hidratación y, sobre todo, un buen descanso.
  • Intentar realizar nuestra actividad física al menos tres veces por semana, y si pasa de 40 minutos, ideal.
  • Ser conscientes de que en esta competición competimos con nosotros mismos. No debemos fijarnos en los demás.

Rutinas que se deben evitar:

  • Acudir al fisio solo cuando estás lesionado. Hay que ir antes como prevención y parte de nuestra medidas.
  • No estirar después de nuestros entrenamientos. Es básico hacerlo siempre.
  • Fijarnos objetivos no acordes a nuestro nivel o que sean objetivos inalcanzables. Hay que planearse las metas poco a poco.
  • No hidratarse bien. Hay que beber al menos dos litros de agua al día.

Bárbara Gutiérrez, entrenadora y organizadora de la carrera Gredos Infinite Run. Rutinas a seguir cuando estas empezando:

  • Hacer trabajo de fuerza específica aplicado a lo que vas a hacer. Mucho trabajo de core. 
  • Incrementar el volumen gradualmente. El cuerpo necesita su adaptación.
  • Advertir a tus familias y allegados de lo que vas a hacer. Vas a necesitar su apoyo para las horas de entrenamiento que vas a necesitar. 
  • Entrenar en montaña, requiere su técnica, tanto en el ascenso como en el descenso.

Rutinas que se deben evitar:

  • Pasar de un maratón a hacer ultras de 100 kilómetros o más. Es un error frecuente pensar que como has hecho un maratón, puedes con todo.
  • Pensar que solo es necesario rodar suave y largo en los entrenamientos. Hay que seguir metiendo entrenos de calidad.
  • Buscar el mismo ritmo en un ultra que en un maratón. En los ultras hay que gestionar muy bien la velocidad y el ritmo para poder aguantar hasta el final.
Mostrar comentarios

Códigos Descuento