Pepu, un humilde con corazón de oro

Ba - lon - ces - to y Pepu Hernández están más que unidos. El madrileño empezó a jugar en el Ramiro de Maeztu, donde también estudió. Esa fue su primera escuela, y a la que siempre estuvo vinculado.

Muy jovencito decidió cambiar la pelota por la pizarra y el bolígrafo, su verdadera vocación estaba en los banquillos, siempre con un lema: "nosotros formamos a las personas y luego elegiremos a los que quieran seguir jugando".

Abandonó sus estudios de Periodismo para centrarse aún más en lo que más le gustaba, el baloncesto.

Con 15 años comenzó dirigiendo las categorías inferiores del Estudiantes, donde gestó chavales de la talla de Nacho Azofra o el mundialista Carlos Jiménez.

Hasta que a mediados de la temporada 94-95 dio el salto al primer equipo del conjunto colegial, banquillo en el que se ha sentado durante 11 años seguidos, donde consiguió una Copa del Rey.

Tras 23 años en el equipo del Ramiro decidió tomarse un año sabático, suspendido por una llamada de la selección nacional, con la que ocho meses más tarde se colgó la medalla de campeón del mundo.

Perfeccionista, cercano, sencillo, así el seleccionador nacional, quien se confiesa enamorado de su mujer Belén y de sus hijas Celia, Claudia y Candela.

Se ganó el corazón de todos los españoles con la actitud reservada y sin afán de protagonismo ante la muerte de su padre previa a la final del Mundial. Demostró que su corazón es de oro.

TODO SOBRE EL EQUIPO ESPAÑOL Y SOBRE EL EUROBASKET 2007

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