La mejor esquiadora española de todos los tiempos, con permiso de Blanca Fernández Ochoa, ha dicho adiós a las pistas después 17 años en la élite y una carrera brillante pese a las dos graves lesiones que sufrió en 2006 y 2008. La granadina comenzará pronto una nueva etapa profesional.

¿Cómo se plantea el futuro?

Quiero seguir vinculada al esquí. Aún no hay nada concreto, pero el Consejo Superior de Deportes tiene la intención de que dirija un plan de tecnificación y alto rendimiento para los deportes de invierno.

¿Podrá soportar estar metida en un despacho?

Eso no lo sabré hasta que lo haga. Me gusta el tema de la gestión y estoy preparada para todo.

Pese a su palmarés, ¿se va con muchas espinas clavadas?

Me voy tranquila porque siempre lo he dado todo. Tengo un palmarés estupendo y me siento afortunada. Me hubiese encantado lograr más triunfos, pero las lesiones me lo han impedido.

¿Qué ha aprendido de los malos momentos?

Cuando lo pasas mal empiezas a conocerte mucho mejor. Son situaciones que te hacen madurar.

¿Cuál fue el peor?

Cuando regresé después de mi primera lesión grave. En la primera prueba fue todo muy bien. Pero en Aspen me lesioné en la rodilla izquierda y nunca me recuperé del todo.

¿Cómo deja su retirada al esquí español?

Creo que en buen momento. Ahora hay dos mujeres, Carolina Ruiz y Andrea Jardí, y dos hombres, Paul de la Cuesta y Ferrán Terra, que lo están haciendo bien.

¿Intentar popularizar el esquí en España es como pregonar en el desierto?

Nos falta aún mucha cultura alpina. Es muy fácil apoyar este deporte solo cuando llegan los resultados.

Después de tantos años de aviones y hoteles, ¿cuál es ahora su prioridad?

Ahora mismo mi vida está en plena reconstrucción. Quiero trabajar y busco encontrar la estabilidad.

¿Ha recuperado parte de su vida personal?

Por supuesto. Ahora tengo la oportunidad de estar más tiempo con mi familia.

¿Entra en sus planes inmediatos ser madre?

En estos momentos no es una de mis prioridades.