Usain Bolt no se conforma con ganar las carreras y colgarse medallas. Es el hombre del espectáculo. Lo hace antes y después de despejar sobre la pista todas las dudas sobre su hegemonía mundial en la velocidad. A veces incluso durante las mismas; como cuando se llevó el dedo a la boca para mandar callar a alguien en el 200, o cuando mira de reojo a sus rivales y pasa por meta andando.

Pero el espectáculo tras ganar el relevo 4x100 con Jamaica fue más allá. Un oro con récord mundial, y la primera vez que se baja de 37 segundos, bien valen un souvenir de recuerdo. Y cómo no podía ser de otra forma, el 'relámpago' solicitó –a su modo– llevarse el testigo de recuerdo.

Primero amagó con dárselo a la persona indicada para recogerlos al final de cada prueba. Pero no, prefirió lanzar besos tanto a la grada como al souvenir. Y después se topó con uno de los jueces.

Éste le reclamaba el relevo, él se negaba a dárselo. El público comenzó a darse cuenta de que algo raro pasaba en la línea meta. ¿Habían descalificado a Jamaica? Mientras tanto, en la pista, la discusión entre Bolt y el juez se alargaba. Éste le reclamaba el testigo, y el rey de la velocidad seguía negándose a dárselo.

No se trataba de una descalificación, simplemente de un formalismo que se lleva a cabo para homologar el récord del mundo que consiste en pesar el testigo y dar fe de que todo ha ido conforme a las reglas.

Bolt parecía contrariado, incluso hizo un gesto de desprecio mientras daba el testigo al juez. El estadio clamaba contra el show montado por los protagonistas de esta historia, que tuvo final feliz para el jamaicano, quien minutos después recibió el ansiado recuerdo y se disculpó.