Por el momento, son los reyes del Nido. Ella voló más alto que nadie sobre el impresionante estadio olímpico. Él también parecía que volaba, aunque con los pies en la tierra. Yelena Isinbayeva, campeona de salto de pértiga con nuevo récord mundial (5,05) y Usain Bolt, oro en 100 metros destrozando el cronómetro (9.69) volvieron a deslumbrar este lunes, aunque por motivos diferentes.
Yelena, acostumbrada al éxito y triunfo continuo, subió al podio y ya no pudo aguantar las lágrimas, que todo el estadio acogió con una tremenda ovación. "Ha sido algo inolvidable".
Despareció ella y surgió Usain Bolt , despistado, como quien se equivoca de sitio. Corría la segunda semifinal de los 200 metros, su prueba favorita. Enfrente, atletas de talla, Spearmon y Collins, por ejemplo.
A los 150 metros, Bolt ya había frenado, mirando a ambos lados y disfrutando, como si nada. Llegó casi andando y marcó el mejor tiempo de todos (20.09). El récord de Michael Johnson (19.32) corre peligro en la final de este miércoles.
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