Anda tan decaído el ciclismo español, tan débil  de estructuras y músculo competitivo, que el mero hecho de que un talento continúe en la élite con la posibilidad de seguir progresando es positivo. Tal es el caso del gaditano Juanjo Lobato, el velocista andaluz que fichó la pasada temporada por el Euskaltel-Euskadi al conocerse un año antes la desaparición del Andalucía del que era el referente del futuro y que, con el adiós del Euskaltel, volvía a quedarse sin equipo.

Lobato, de 24 años y perfil velocista (aunque los que más le conocen dicen que es algo más que un simple sprinter), firma para las próximas tres temporadas y llega a un equipo donde compartirá presencia en los sprints con el murciano José Joaquín Rojas (un sprinter con siete victorias como profesional y sin triunfos en 2013) y con el cántabro Fran Ventoso (también inédito en 2013 pero con una treintena de éxitos en su palmarés).

El ciclista de Trebujena ha sumado victorias desde que dio el salto en 2011. En su primer año ganó el Circuito de Getxo; en 2012 venció una etapa del Tour de Qinghai Lake (China) t dos de la Vuelta a Chile; esta campaña venció una etapa en la Vuelta a Castilla y León y sumó su segundo éxito en Getxo, siendo el ciclista el Euskaltel que más sumó.

Pero Lobato, en una segunda lectura, concretó puestos de honor en el Tour de Luxemburgo, en la Bayern-Rundfahrt alemana, en el Tour Down Under australiano, en el Giro a Romandía suizo y, especialmente, en su debut en el Tour de Francia, donde se situó en varias llegadas masivas en los puestos de vanguardia (acabó quinto en la llegada a Montpellier) y protagonizó una fuga en la primera etapa que le sirvió para ser el primer líder de la montaña.