Jorge Lorenzo por fin tiene carné

Jorge Lorenzo muestra su certificado de apto, tras aprobar el carné de moto A2.
Jorge Lorenzo muestra su certificado de apto, tras aprobar el carné de moto A2.
HUGO FERNÁNDEZ
Jorge Lorenzo muestra su certificado de apto, tras aprobar el carné de moto A2.

Dentro de los circuitos, está acostumbrado a poner la moto a más de 300 kilómetros por hora en cambio se ve “frágil” cuando circula por las calles de Barcelona. Porque examinarse del carné de conducir (en este caso el A2, que permite llevar motos de hasta 47 CV sin límite de cilindrada) es un trago por muy Jorge Lorenzo que seas.

Por raro que pueda parecer, hasta este martes, el piloto de Yamaha, campeón del mundo de MotoGP en el año 2010 y de 250cc en 2006 y 2007, no tenía el permiso para poder llevar motos de más de 125 centímetros cúbicos fuera de los circuitos. Él mismo lo reconoció el pasado 9 de enero, cuando en su twitter colgó que había aprobado el teórico.

“No estaba nervioso. Bueno, igual un pelín porque no estoy acostumbrado a examinarme”, reconocía Lorenzo a 20 minutos, pocos minutos después de haber superado con éxito la última de las pruebas, la práctica de circulación, tras más de media hora de recorrido.

Al salir del examen, su rostro no reflejaba una alegría exagerada, como la de otros tantos compañeros de autoescuela cuando logran sacarse el carné ya sea a la primera, a la segunda o a la quinta. Más bien relucía tranquilidad. Porque aunque no dispusiera todavía del permiso, Jorge Lorenzo sabe que es un “privilegiado” y que puede pilotar las motos que quiera. Para algo son su herramienta de trabajo.

Pero conducir por la ciudad es “muy diferente, mucho más complicado” que hacerlo en los circuitos, explica el piloto, que desde los tres años va montado sobre dos ruedas con motor. Están “las rotondas, los ceda, los stop... tienes que conocer bien las señales. Es más difícil”, aseguraba con una sonrisa.

Hasta ahora, Lorenzo se movía por Barcelona en coche, un utilitario aparentemente nada ostentoso. Pero ahora ha fijado su residencia a las afueras y la motocicleta le puede facilitar la movilidad. Siempre sin prisas: “Iré de paseo. Para disfrutar del desplazamiento, del conducir, de la vida” porque insiste que ante todo “no me gusta correr riesgos, intento ir muy lento y siempre respetar las normas”.

Por eso se va a comprar, “mejor espero que me la regalen”, dice entre risas, una moto que se embale poco. Una Yamaha TMax o una VMax “estarían muy bien”, considera mientras apura un zumo de naranja y un bocata de jamón. Son las 11 de la mañana y Lorenzo tiene prisa. Ha de ir a entrenar: el Mundial está a la vuelta de la esquina, empieza el 8 de abril en Qatar, y la preparación es básica. Hoy toca correr por la montaña. “Lo alterno con la musculación, el pilates, el yoga…”, explica mientras enfunda hasta la capucha de su plumón y busca su enorme bufanda negra. Aunque la de este martes no sea una mañana gélida, él es bastante friolero.

Mientras sale a buscar su coche, y saluda a los que aguardan a hacer el examen de conducir a las puertas de La Campana, nombre con el que popularmente se conoce en Barcelona el edificio de la Dirección General de Tráfico, abraza efusivamente y bromea con Xavi Vallejo, de la autoescuela Motoescuela, que le ha conducido en esta ocasión al aprobado y también cuando se sacó el carné de coche.

Un profesor para un campeón del mundo

Lorenzo se ha ido es el momento de las confesiones: ¿No impone enseñar a un campeón de motociclismo a ir en moto? “Al principio impacta, pero luego te das cuenta de que es una persona normal solo con la particularidad de que es piloto”, reconoce.

Quizás Vallejo y su socio, Andreu García, estaban hoy más nerviosos que el propio Lorenzo, sobre todo cuando la examinadora “le ha reconocido y le ha dicho que ya había suspendido a alguna persona conocida” y cuando han visto que el examen se alargaba. “Está a punto de empezar la temporada y si hubiera pasado algo habríamos tenido un disgusto importante, mundial”, apunta.

Según Vallejo, Lorenzo es un “gran” alumno que ha realizado cuatro prácticas de circulación (normalmente se hacen entre seis y ocho) y dos de circuito (lo habitual es llevar a cabo unas seis); sacando tiempo de donde podía, incluido algún que otro domingo.

Recuerda que le “sorprendió mucho” que el piloto, “que va por los circuitos a grandes velocidades”, le dijera que se sentía “frágil” entre los coches, los semáforos, las señales, los camiones… Haciendo las prácticas. “Intenta recordar esta sensación siempre, siempre”, afirma que le respondió.

Así practicaba el mallorquín hace una semanas:

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