El centrocampista del Valencia Joaquín llegó el lunes media hora tarde al entrenamiento de su equipo porque su coche no arrancaba, según explicó a sus compañeros. El jugador gaditano posee un lujoso Ferrari que, como cualquier utilitario, también puede dejar tirado a su dueño.
Joaquín explicó que se enfadó tanto con su coche que rompió uno de los retrovisores. El jugador fue blanco de las bromas de sus compañeros de plantilla al llegar al entrenamiento con otro vehículo de su propiedad. Además, deberá pagar la multa que impone el reglamento interno del club.
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