Inexperto, demasiado joven o falto de autoridad fueron algunas de las críticas que recibió Pep Guardiola al ser nombrado entrenador del Barça hace poco más de un año. Esos reproches han quedado en evidencia y nadie se atreve ahora a cuestionar su liderazgo dentro del vestuario azulgrana.
Llegó al Barça con 13 años, fue recogepelotas del Camp Nou, pasó por todas las categorías inferiores del club, fue pieza clave del Dream Team de Johan Cruyff y ahora, a sus 38 años, ha creado el que muchos consideran el mejor equipo del mundo.
Guardiola ha sabido trasladar a sus jugadores el carácter ganador del que siempre hizo gala en su etapa como futbolista. Lo consiguió la temporada pasada con el filial azulgrana logrando el ascenso a Segunda B y lo ha repetido esta campaña con el primer equipo.
El fútbol de ataque, la decidida apuesta por la cantera y la posesión del balón son los tres pilares sobre los que descansa la filosofía Guardiola. El público y el fútbol se lo agradecen porque ver jugar a su equipo, es un espectáculo.
Pero el trabajo de Pep no se termina en el césped. Perfeccionista y meticuloso , el de Santpedor imprime una rígida disciplina, que va más allá de lo estrictamente deportivo. Se encarga de que sus jugadores estén siempre en casa a partir de la medianoche, organiza comidas de equipo habitualmente y exige llegar una hora antes a los entrenamientos. Incumplir su reglamento conlleva el pago de severas multas.
Tras la Copa llega el título de Liga, pero el Barça de Guardiola camina hacia el primer triplete de su historia. La final de Champions, el 27 de mayo, esperan a los culés.
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