El equipo de Dirk Bauermann, la selección alemana, llega a Palma de Mallorca con las ideas claras: todo depende de Nowitzki. "Es increible. Lo puede hacer todo. Hace mi trabajo más fácil", reconocía su seleccionador sobre el excelente alero de Dallas.

Pero Alemania no sólo es Nowitzki. El veterano Femerling, la rapidez de contragolpe de Demirel o la polivalencia de Greene son otros argumentos de un equipo en el que sus hombres fuertes comienzan a tener sus años.

Desde varios años, hablar de Alemania es hacerlo de Dirk Nowitzki, un talento natural para el baloncesto que no ha dejado de crecer en los Estados Unidos de la mano de los Mavericks de Dallas. De hecho, esta temporada fue nombrado el Jugador Más Valioso de la NBA para la temporada 2006-07, algo desconocido para un jugador europeo.

Su aportación ofensiva no sólo es vital para los guarismos alemanes en el marcador, sino que es el auténtico faro que alumbra al resto de su selección. Es el líder, le gusta serlo y a los demás le gusta que lo sea. Su intención es clara: mejorar la plata lograda en Belgrado, en donde Grecia les derrotó en la final.

Este Eurobasket, además, es una de sus últimas competiciones con la selección, ya que ha manifestado su intención de concluir su ciclo internacional en los Juegos Olímpicos de Pekín.