El Espanyol salva un punto ante un Athletic en construcción

El Espanyol del cuestionado Miguel Angel Lotina pudo salvar un punto (1-1) frente a un mejorado Athletic de Bilbao que no fue capaz de desprenderse del farolillo rojo de la Liga en el estreno de Javier Clemente.

Para el equipo bilbaíno, el resultado supo a poco porque supo manejar el choque durante buena parte del mismo, y sólo a falta de tres minutos para el final dejó escapar los tres puntos ante un Espanyol nervioso y poco certero.

En un partido muy áspero, propio de dos equipos bajo mínimos, los de Clemente estuvieron a punto de cumplir con la costumbre de esta temporada y arrancar los tres puntos de Montjuic, pero el Espanyol recurrió a la épica para firmar un empate que, a la postre, puede salvar el cargo de Miguel Angel Lotina.

Afrontaba el entrenador del Espanyol un examen final y recurrió a la vieja guardia para intentar aprobarlo: apostó por su esquema del año pasado, el 4-2-3-1, y por un equipo más creativo.

Al Espanyol le faltó paciencia y al Athletic le alcanzó con el orden y la agresividad para hacerse con el timón del partido

Fiel a su estilo, Clemente coordinó bien a los suyos y formó un bloque más sólido que en jornadas anteriores. Al Espanyol le faltó paciencia y al Athletic le alcanzó con el orden y la agresividad para hacerse con el timón del partido.

En el primer día de su nueva vida, el equipo bilbaíno demostró que aún le queda un largo camino por delante, pero hizo gala de ese plus de agresividad que siempre trae consigo Javier Clemente. Le ayudó enormemente la incapacidad del Espanyol.

No encontraban la tecla adecuada los de Lotina, contagiados por las dudas que han salido de la directiva: al equipo se le reclamaba un golpe de autoridad para cerrar la crisis y tranquilizar al club, pero se produjo el efecto contrario, porque en el césped se escenificaron todas las dudas de la entidad.

Sin ofrecer nada del otro mundo, el Athletic no tardó en encontrar un hueco por donde colarse: lo hizo a balón parado, en una falta botada por Yeste, titular pese a las previsiones más conservadoras, que Luis Prieto envió a la red de Kameni ante la invitación de la defensa españolista.

Corría el minuto 20 de partido y el panorama pintaba peliagudo en Montjuic, al tiempo que el banquillo de Clemente respiraba aliviado. Diez minutos después, Yeste estuvo a punto de sentenciar el partido en una indecisión de Kameni, pero el balón salió rozando el palo derecho de la meta del camerunés.

A la hora de armar el juego, el Espanyol no encontró el camino. De la Peña se empeñó una y otra vez en deambular por un callejón sin salida: se incrustó entre sus dos centrales para enviar balones de 40 metros a Tamudo y Luis García, pero ninguno de ellos está programado para ganar el cuero en esas acciones y habilitar una segunda jugada, al estilo de Urzaiz.

Tampoco las bandas sirvieron de mucho. Con Riera y Juanfran, Lotina intentó abrir a su equipo, recuperar el peligro que el curso pasado aportaban Oscar Serrano y Maxi Rodríguez, insuflar un poco de aire en un equipo asfixiado, pero Aranzubía continuaba viendo el partido con cierta calma.

Intentaba el Espanyol tocar el piano, pero todas las teclas estaban desafinadas. Hasta Kameni se contagió y cometió un par de errores que quedaron en meras anécdotas.

Mientras, el Athletic se dedicó a ocupar el terreno con astucia. Orbaiz y Gurpegi ejercieron de jefes en el centro del campo y el equipo vasco lo agradeció, porque supo a qué atenerse. Leyó el partido infinitamente mejor que su rival, aunque no supo ponerle el punto final.

A falta de argumentos futbolísticos, el Espanyol tiró de coraje y pudo avanzar unos metros mientras el Athletic reculaba. Poco a poco se fueron equilibrando las fuerzas: una y otra vez empujaba el Espanyol, una y otra vez despejaban el cuero los zagueros del Athletic.

Ya se echaban las manos a la cabeza los aficionados porque parecía que el Athletic se embolsaba el partido cuando una fulgurante aparición de Coro en el área de Aranzubía hizo que Montjuic explotase de júbilo. Fredson ganó un balón aéreo y el pequeño delantero catalán envió el balón a la red. Era el partido de los nervios, y el Espanyol lo acusó especialmente. Sin embargo, se fue a la ducha con cierto sabor a victoria, sobre todo por ser capaz de no caer ante un Athletic más presentable y ordenado.

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