Edurne Pasaban cerró este miércoles un ciclo de su vida. Nueve años de lucha por subir más alto que ninguna mujer, alcanzar la cima de las catorce torres del planeta. Regresó de la apopeya sin tener muy claro qué sentir: lo consiguió, pero fue la segunda.  La coreana ‘Miss Oh’ llegó un día antes a la meta, aunque se desconoce si por medio de un atajo.

Por ello, Edurne sigue teniendo su mente allá por las montañas del Nepal, hogar de Elisabeth Hawley, dama inglesa que ejerce de notario del Himalaya desde hace décadas. "Hawley le ha pedido pruebas a Oh porque ve dudosas algunas cumbres, y está esperándolas. De momento somos los segundos", dijo Pasaban.

La guipuzcoana, siempre radiante y positiva, busca ahora relleno para el vacío de su alma. Quizás la maternidad, quizas otra vez al monte: "La montaña quedará aparcada, por poco tiempo. Ahora sólo quiero descansar y ver a los míos". La cumbre del Everest y su inmensidad sin botellas de oxígeno por medio surjen en el horizonte.

Entre homenajes, mensajes al móvil, besos de patrocinadores y contestaciones casi memorizadas, Edurne Pasaban se enteró de otro reconocimiento: recibirá la medalla de Oro al Mérito Deportivo. Lo confirmó el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, siempre atento a la foto.

"A veces, es fácil hablar"

No faltó el recuerdo para los amigos fallecidos en el monte, para Tolo Calafat, para la polémica en torno a las declaraciones de Oiarzabal. "A veces somos muy malos y duros y opinamos de cosas sin saber", dijo Edurne.

"A partir de los 7.000 metros pasan cosas muy extrañas, que sólo se entienden si estás ahí arriba. Y es fácil hablar a veces", añadió su compañero Asier Izaguirre. Cerró un veterano, Ferrán Latorres: "Se ha perdido la esencia de grupo de los setenta".