Gerald Ciolek, ganador sorpresa en una Milán-San Remo mutilada

  • El alemán bate en la llegada al favorito, el eslovaco Peter Sagan.
  • La integridad de la carrera, condicionada por la adversa climatología.
  • La organización expuso a los corredores a un temporal de nieve y frío.
  • Acabó neutralizando el paso por el Turchino y partiendo la carrera en dos.
El exciclista Kurt Asle Arvesen, actualmente en el staff del equipo SKY, tomó esta fotografía del desarrollo de la Milán-Sanremo y la subió a Twitter.
El exciclista Kurt Asle Arvesen, actualmente en el staff del equipo SKY, tomó esta fotografía del desarrollo de la Milán-Sanremo y la subió a Twitter.
TWITTER DE KURT ASLE ARVESEN (@kaarvesen)
El exciclista Kurt Asle Arvesen, actualmente en el staff del equipo SKY, tomó esta fotografía del desarrollo de la Milán-Sanremo y la subió a Twitter.

El alemán Gerald Ciolek (MTN Qhubeka) venció este domingo la Milán-San Remo 2013 después de batir al eslovaco Peter Sagan (Cannondale), posiblemente el gran favorito, en el reducido sprint que afrontaron seis ciclistas. Que Ciolek acabase doblegando a Sagan en un mano a mano de 200 metros fue la sorpresa definitiva de una 'sanremo' atípica, desangelada y mutilada, alejada de su esencia de fondo y resistencia, reducida a 245 kilómetros afrontados en dos partes, apenas 130 relevantes para el desenlace. Todos ellos meritorios para unos ciclistas abnegados.

Fue una Milán-San Remo muy extraña. Desnaturalizada desde hace meses por la mudanza del sábado al domingo que su organización vende como una apuesta por su modernización. Menoscabada por la neutralización con la que la organización quiso salvar la nevada que azotaba el Passo Turchino, desmembrando en dos segmentos independientes todo un reto de casi 300 kilómetros en el que la gestión de la agonía es la clave. Y sorprendente porque, después de un rosario de abandonos, el gran favorito parece que va a ganar y al final, empero, no lo hace. Un éxito que, además, cae en un equipo de nacionalidad sudafricana invitado por la organización. La universalización del ciclismo.

Dilación en la organización

Las fuertes nevadas de las últimas horas habían convertido el tránsito por el Turchino en una quimera, una realidad manifiesta incluso desde antes de la competición que la organización obvió. En las proximidades al Turchino, con medio pelotón temblando y con los cuadros de sus bicicletas tomados por los carámbanos, con 117 kilómetros en las piernas, comprendió que no era factible. La solución fue neutralizar la carrera en su ascensión y su largo descenso, respetando la fuga de seis ciclistas (con Pablo Lastras incluido) y su renta (unos siete minutos) sobre el pelotón. Tras fijar que la carrera se retomaría en Arenzano, al final la reanudación tuvo lugar en Cogoleto, con 132 kilómetros hasta la meta y tras evitar también el ascenso al Le Maine.

En la segunda y definitiva parte de la San Remo no tomaron la salida algunos corredores, como Tom Boonen. El belga se mostró muy crítico con una situación: "La organización sabía que iba a nevar de antemano. Antes de salir tendrían que haber tomado la decisión de correr o parar. Antes de la neutralización, había 100 corredores descolgados. Y ahora pueden seguir corriendo. Esto ya no es la Milán-San Remo, la carrera ya no tiene ningún sentido". "En mi vida he pasado tanto frío como hoy, 0 grados con lluvia, nieve cuajada sobre la bici", explicaba el murciano José Joaquín Rojas. Más gráfico era Mark Cavendish en las redes sociales: "Jodido. Congelado"

Así fue que los previamente fugados encabezaron la prueba con una renta decreciente que se acabó cuando restaban unos 30 kilómetros para el final, en las inmediaciones de la ascensión a La Cipressa. En ese periplo se pudo ver a todo un Vincenzo Nibali descolgándose unos kilómetros antes resignado y a punto de retirarse: "Las piernas van bien pero es un imposible entrar en calor"; o al noruego Boasson-Hagen también perdiendo contacto.

La carrera se lanza en La Cipressa

Un trio formado por el ruso Vorganov (Katusha), el británico Stannard (Sky) y el francés Chavanel (Omega) se gestó en el terreno posterior al paso por La Cipressa y se consolidó en cabeza con medio minuto de ventaja sobre el grupo principal. Stannard y Chavanel gestionaron en cabeza la última dificultad orográfica, el Poggio, con una diferencia menor gracias al trabajo de Moreno Moser (Cannondale) para su compañero Peter Sagan y gracias a un par de ataques del italiano Luca Paolini y el suizo Fabian Cancellara.

Al final, Sagan, Cancellara, Paolini y Ciolek, que apareció de la nada, conectaron con la pareja que abría la carrera. Señalado por todos desde sus victorias en la pasada Tirreno-Adriático, Sagan era el hombre a batir, desde luego también el más rápido y no tuvo inconveniente en controlar cualquier amago de ataque. Pero en la llegada, tras lanzar el sprint definitivo, acabó superado por Ciolek. A sus 23 años, ante su primera oportunidad de vencer en uno de los llamados cinco monumentos, Sagan ha aprendido una lección: "Me pasó por detrás como si yo hubiera sido su lanzador". El cántabro Fran Ventoso, undécimo, fue el mejor español clasificado en la clásica.

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