«Aquí va a ganar el que menos rompa». A esta frase recurrían, el sábado en el puerto de Vigo, los patrones de los siete barcos que compiten en la Vuelta al Mundo y se está confirmando. Sólo uno, el ABN Amro 2 holandés, no ha sufrido averías y sigue surcando los mares hacia la meta de la primera etapa: Ciudad del Cabo.
A su paso a la altura de las islas Canarias, un fuerte temporal, con olas de casi cinco metros y vientos de 50 nudos (más de 90 km/h), sorprendió a las embarcaciones y el primer afectado fue el barco español, el Movistar. La embarcación de Bouwe Bekking sufrió un pantocazo –salto muy fuerte sobre una ola– y puso rumbo hacia el puerto portugués de Portimao para arreglar la quilla pivotante.
En tierras portuguesas, en la Marina de Cascais, se encuentra otro de los favoritos, el Piratas del Caribe, de Paul Cayard, también con problemas en la quilla. El Ericcson sueco rompió la botavara y arrió velas durante toda la noche de ayer, el Brazil 1 hizo agua, el Premier Challenge se dirigió hacia el puerto de Madeira para reparar, el Sunenergy and Friends tuvo problemas con la botavara y el mástil y el ABN Amro 1 se vio obligado a reducir su velocidad debido al mal tiempo.
La delicadeza de una quilla
Los monocascos VO 70, estrenados en esta Vuelta al Mundo y que cuestan alrededor de 22 millones de euros, son los barcos más rápidos del mundo –40 nudos, frente a los 18 de los de la Copa América–, pero su talón de Aquiles es la nueva quilla pivotante. Esta pieza permite que la embarcación vaya más plana y más rápida; también es su parte más débil y la menos testada.
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