El 30 de enero, Andrea Fuentes, la deportista española más laureda (36 medallas han colgado de su cuello en JJ OO, Mundiales y Europeos) anunció su adiós de la natación sincronizada de forma inesperada. Apenas dos semanas después, la tarraconense cuenta qué proyectos vislumbra en el horizonte de una nueva vida.

¿Cómo está?

Súperbien. Tomé la decisión que tenía que tomar.

¿Qué es lo primero que hizo al día siguiente de retirarse?

Me fui a pasear con mi compañero y a ver a algunas amigas. ¡Hay vida más allá del agua! Me encantó ver el sol y no tener que ir a entrenar.

¿Y qué más ha hecho en estos días?

Estoy descubriendo mil cosas, un mundo nuevo. Me compré la agenda cultural de Barcelona y ya me he apuntado a un curso de cocina y voy a ir a algunos conciertos.

¿Qué planes tiene a corto plazo?

A finales de marzo haré un viaje de mochilera con mi novio.

¿A dónde?

A Myanmar, la antigua Birmania, y a aprender surf a Indonesia. Estaré dos meses y medio.

¿Era algo que siempre había querido hacer?

Sí. Necesito descubrirme para saber a qué quiero dedicarme a partir de ahora y creo que la mejor forma es viajando. Tengo que ampliar mi conocimiento de la vida real.

¿Y los estudios de Sociología?

Los he dejado aparcados hasta que vuelva. No creo que en los libros encuentre lo que necesito ahora. Quiero experimentar. Me hace falta vivir la vida fuera del agua.

Pero seguro que algo le rondará por la cabeza para el futuro.

No lo tengo muy claro. No sé si entrenadora o trabajando en la protección de animales o escribiendo. Veremos.

¿Cuándo tomó la decisión de retirarse?

Antes de que empezara el año. Notaba que no podía ofrecer todo mi positivismo, ni trabajar al 100% y eso no era bueno para el equipo.

¿Cuántas veces le intentaron convencer de que no se fuera?

Unas cuantas, pero presenté mi decisión de una forma tan segura que todo el mundo se dio cuenta de que no cambiaría de opinión.

Ni los Mundiales en Barcelona del próximo verano lo consiguieron...

Aunque es un acontecimiento muy importante, para mí es más importante el camino que la medalla. Tenía que elegir entre tres minutos de gloria y ocho meses de entrenamiento. No podía aguantar eso.

¿Era más duro ir a entrenar física o psicológicamente?

En los últimos tiempos, era algo psicológico porque sentía que quería crecer en otro ambiente. La sincro no me aportaba nada nuevo y el mundo exterior me atraía mucho más. Necesitaba romper la rutina.

¿La guerra entre Anna Tarrés y el presidente de la Federación, Miguel Carpena, fue la gota que colmó el vaso?

Es cierto que ese tema me agotó la batería, pero no fue la causa. Simplemente, como no quiero seguir, pues no sigo.

¿Habló de dos bandos o no?

No. Mi mensaje era de paz, de reconciliación, para que todo el mundo trabaje por el bien de la sincronizada. Algunos medios prefirieron destacar la otro y me supo mal porque hablaron mal de mis compañeras. Tristemente, es la sociedad en la que vivimos...

O sea que no es un problema solo del deporte.

¡Qué va! El mundo está sufriendo una crisis muy profunda y solo tirando todos para la misma parte se podrá arreglar. Mi mensaje es de compañerismo no de desunión.

Volviendo al cisma de la sincro, la situaron del lado de Anna Tarrés, exseleccionadora.

Que le agradezca a Anna todo lo que ha hecho por mí y lo que he aprendido con ella no quiere decir que vaya contra mi equipo. Apoyo a mis compañeras para los Mundiales, por supuesto.

¿Tiene la sensación de que se está derrumbando algo precioso?

Tampoco es eso. Yo lo veo más como un proceso natural. Se retiró Gemma (Mengual), que ahora tiene un hijo, y ahora lo hago yo. Les toca a las demás. Es su turno.

¿Piensa ya en formar una familia?

No tardaré mucho en tener hijos. Cuando vuelva del viaje nos pondremos a la faena.

BIO: (7-3-1983, Valls, Tarragona). Empezó en la sincronizada con nueve años. Entre sus 36 medallas están tres platas y un bronce olímpicos. Es vegetariana.