El Homo antecessor de Atapuerca comía alimentos crudos y más duros que otras especies

  • En la investigación han participado expertos de la Universidad de Barcelona y la Universidad de Alicante y ha sido publicada por la revista 'Scientific Reports'.
  • El motivo de su dieta podría explicarse por las diferencias en el procesamiento de los alimentos en un entorno muy exigente con fluctuaciones en el clima.
  • Los investigadores han comparado las trazas microscópicas que dejan los alimentos en el esmalte bucal de estos homínidos con otras especies coetáneas.
Reconstrucción del cráneo de 'Homo antecessor' a partir de los fragmentos hallados
Reconstrucción del cráneo de 'Homo antecessor' a partir de los fragmentos hallados
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Reconstrucción del cráneo de 'Homo antecessor' a partir de los fragmentos hallados

El Homo antecessor de Atapuerca (Burgos) tenía un patrón alimentario mecánicamente más exigente que el de otras especies: su dieta se basaba en alimentos sin cocer, más duros y abrasivos que los de otros homininos (subgrupo dentro de los homínidos) del Pleistoceno inferior, según ha concluido un estudio de las trazas microscópicas que dejan las partículas abrasivas de los alimentos en el esmalte dental.

La investigación, que ha publicado este lunes la revista Scientific Reports, ha sido coliderada por expertos de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona (UB), del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y de la Universidad de Alicante.

Este patrón de consumo de alimentos duros y abrasivos podría explicarse por las diferencias en el procesamiento de los alimentos en un entorno muy exigente con fluctuaciones en el clima y en los recursos alimenticios, según el trabajo, que revela por primera vez evidencias sobre la dieta de estos homininos.

El Homo antecessor habitó la Península Ibérica hace 800.000 años, concretamente en Atapuerca (Burgos), y hasta esta investigación solo se había estudiado su dieta a partir de los restos de animales encontrados en los mismos niveles en los que se encontraron los restos humanos —una variedad de grandes mamíferos e incluso tortugas, que ha sugerido la presencia de indicios de canibalismo en algunos de estos fósiles—.

El estudio se ha basado en el análisis del patrón de microestriación bucal de los fósiles de la Sima del Elefante y Gran Dolina del yacimiento de Atapuerca y han sido comparados con muestras de otras poblaciones del Pleistoceno inferior: con fósiles de Homo ergaster de África, con una antigüedad de 1,8 millones de años; de Homo heidelbergensis, que vivió hace más de 500.000 años en Europa, y con fósiles de Homo neanderthalensis que habitó la Península Ibérica, hace entre 200.000 y 40.000 años.

En el estudio han participado investigadores del equipo de Alejandro Pérez-Pérez (UB), formado por los doctores Fernando Estebaranz, Laura Martínez y Beatriz Pinilla (UB), Marina Lozano (IPHES), Alejandro Romero (Universidad de Alicante), Jordi Galbany (Universidad George Washington), y los codirectores del yacimiento de Atapuerca, José M. Bermúdez de Castro (Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, CENIEH), Eudald Carbonell (IPHES) y Juan Luis Arsuaga (Universidad Complutense de Madrid).

Las microestrías examinadas son pequeñas marcas en la cara lateral externa de los dientes, de una densidad y longitud que dependen del tipo de alimentos masticados, ha explicado Pérez-Pérez. Los resultados muestran que los dientes del Homo antecessor tienen más densidad de microestrías que el resto de especies analizadas.

"Esto no nos permite decir exactamente qué alimentos ingerían, ya que el material abrasivo que provoca las marcas en los dientes puede tener diferentes orígenes; pero sí nos señala que el Homo antecessor tendría una alimentación basada en alimentos duros y abrasivos, como vegetales con partículas de sílice, tubérculos con restos de tierra, colágeno o tejido conectivo y hueso o carne cruda", ha agregado Pérez-Pérez.

Los investigadores sugieren que las diferencias en el patrón de microestriación entre los restos de la Gran Dolina y las muestras comparadas podrían reflejar variaciones culturales en la manera de procesar los alimentos. "Obtenían, procesaban y consumían el alimento de forma diferente", según el líder del equipo, Alejandro Pérez-Pérez.

Comían todo crudo

"A diferencia de las del Homo neanderthalensis, que tenía una industria lítica más avanzada, las herramientas que se han encontrado en el entorno del Homo antecessor son primitivas. Estos materiales no facilitarían procesar los alimentos y sugieren que usaban los dientes para masticar los huesos", según el paleontólogo.

"Además —según el investigador— la falta de evidencias de uso del fuego en Atapuerca apunta que seguramente se lo comían todo crudo, tanto vegetales como carne, tendones o pieles, lo que causaba más desgaste dental", según el trabajo.

"La carne en la dieta podría haber contribuido a ganar la energía necesaria para sostener un cerebro grande como el del Homo antecessor, con un volumen cerebral de aproximadamente 1.000 centímetros cúbicos en comparación con los 764 del Homo ergaster, pero también representaría una fuente de alimento importante en un ambiente altamente exigente donde alimentos como frutas maduras y vegetales tiernos fluctuaban estacionalmente", ha concluido Pérez-Pérez.

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