Los vecinos de los dos niños muertos en Getafe, ahogados primero y abrasados en el incendio de su casa después, no dejan de preguntarse, perplejos, por qué un padre que aparentemente se desvivía por ellos, pudo acabar con su vida y arrojarse después al tren, con una nota escrita en su chaqueta.

Los detalles de este crimen aún están muy oscuros y la policía solo ha podido determinar hasta ahora que los menores fueron ahogados en una bañera, que su padre se tiró al tren y que tenía una nota entre sus ropas cuyo contenido no ha trascendido en su totalidad.

Una vecina ha contado que se mudaron "hace un par de años" a esa vivienda "precisamente por el hijo mayor" ya que el piso bajo tenía mejor accesibilidad para su silla de ruedas.

Lo mismo ha explicado otra vecina, Felicidad, que vivía al lado de la familia. Se mudó el mismo día que ellos y les veía "todos los días", ya que, incluso, la madre había sido profesora de su hija en el colegio de Getafe donde imparte lengua francesa.

Emocionada, Felicidad ha afirmado que es muy duro "levantarse de esta" y que no sabe qué ha podido pasar ni por qué.

Por su parte, una limpiadora de esa zona, María del Mar, que conocía al padre y al hijo mayor, ha criticado que puedan levantarse falsos testimonios y afirmar que el padre maltrataba a sus hijos.

La misma fuente ha comentado que el padre le había dicho este domingo que el niño "estaba inquieto" y que no sabía lo que le podía pasar.

Otra vecina de la plaza Benjamín Palencia, donde se encuentra la vivienda en la que murieron los niños, ha asegurado a los medios que solía ver al padre junto a su hijo en una silla de ruedas y que siempre actuaba "como una persona normal".

Cientos de personas se han congregado este miércoles en la plaza del Ayuntamiento de Getafe para rendir un homenaje a los dos menores, en una concentración que contó con la presencia de la alcaldesa de la ciudad, Sara Hernández, y de varios ediles de la corporación municipal.

Allí también han estado algunos alumnos del colegio en el que trabajaba la madre de los menores y numerosos vecinos que, aunque no la conocían personalmente, sentían que un suceso como este les "duele como pueblo y como personas".