El FMI alerta por la situación de los países emergentes: ¿podría llevar a una recesión mundial?

Un trabajador chino manipula una bobina de cobre en una fábrica de Suzhou.2.
Un trabajador chino manipula una bobina de cobre en una fábrica de Suzhou.2.
GTRES
Un trabajador chino manipula una bobina de cobre en una fábrica de Suzhou.2.

Imagine que tiene un negocio y un buen comprador; uno de esos clientes fieles que le compran mucho y a buen precio. La vida es sencilla y usted está satisfecho. Imagine ahora que todo cambia; su cliente empieza a tener problemas y le dice: "mire, quiero seguir comprándole a usted, pero menos cantidad y más barato". Si su negocio es la fuente de ingresos más importante que posee, sepa usted que tiene un problema.

Este escenario encaja perfectamente con la crisis mundial de las materias primas y el motivo por el que algunos analistas consideran que puede provocar una nueva recesión mundial, tras las hipotecas basura en 2007. Ese comprador solvente que empieza a pasar problemas es China, un país que representa el 13,4% del PIB en el mundo. Y el propietario del negocio son las decenas de países emergentes que viven de vender sus materias primas, como Sudáfrica, Noruega, Brasil, Nueva Zelanda o Rusia, que ahora 'tosen' con el catarro chino.

"China había generado unos desequilibrios brutales en la economía internacional, tenía un superávit exterior del 8%", asegura José García Montalvo, catedrático de Economía en la Universitat Pompeu Fabra. El ajuste económico que está realizando ahora el país asiático ha derrumbado a sus proveedores. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), el crecimiento de los intercambios comerciales será en 2015 inferior al proyectado y lo achaca precisamente a "la ralentización en las importaciones de los emergentes y a la caída de los precios de las materias primas". Este mismo martes ha sido el FMI el organismo que ha enfriado sus previsiones económicas y cita, precisamente, a los emergentes, como parte del problema.

A principios de mes, Willem Buiter, el economista jefe del gigante financiero Citigroup, elevó a un 55% las posibilidades de que se produjese "una recesión global en los dos próximos años" por la desaceleración china. Su opinión la complementa Joaquín Maudos, catedrático de economía de la Universidad de Valencia y director adjunto del IVIE: "Los precios de las materias primas se mantendrán bajos en el futuro próximo. Eso perjudica a los exportadores y dado su creciente peso en el PIB mundial —juntos representan el 35% de la tarta económica mundial— la economía se resentirá", argumenta.

"No es una recesión como la de hace ocho años, pero este estancamiento se puede acabar convirtiendo en una crisis si no generamos crecimiento y seguimos paralizados", alerta por su parte Cecilio Moral, catedrático de economía financiera en la Universidad de Comillas. Un efecto rebote sobre los países desarrollados que, sin embargo, no contempla García Montalvo: "El crecimiento actual de Estados Unidos —un 3,9%— puede tirar de la economía mundial para evitar una recesión generalizada; yo no le doy ese 50% de probabilidad como Citigroup".

El 'dinero', por su puesto, ha empezado a preocuparse. Como en un dominó, la crisis también se traslada a los mercados financieros. Para conseguir liquidez, los emergentes empiezan a deshacerse de deuda soberana de otros países: "China y Arabia Saudí están vendiendo masivamente bonos estadounidenses en los mercados", alerta Cecilio Moral. El Banco de Pagos Internacionales (BPI) —organismo que coordina los bancos centrales del mundo—, calcula además que los créditos a los países en desarrollo han caído en 45.900 millones de euros. Y en China, solo en los tres primeros meses de este año salieron 97.000 millones de euros a otros lugares del planeta.

Cinco riesgos para una nueva crisis

  • La situación de China. En plena transición desde la fábrica hacia un modelo de servicios, China, la segunda economía del mundo, ha devaluado su moneda tres veces este verano, la producción industrial está en mínimos de 2009, millones de dólares salen del país... y cerrará 2015 con un crecimiento del 7% cuando antes lo hacía al 10%. Algunos analistas rebajan incluso esta estimación al 4% porque dudan de la fiabilidad de las estadísticas chinas. "Se llama convergencia, no se puede crecer indefinidamente en tasas de dos dígitos", explica García Montalvo, que apunta a una tendencia natural: las economías emergentes se desaceleran a medida que se acercan a los estándares de las economías desarrolladas. Pero, ¿puede permitirse China crecer a una tasa tan baja? La respuesta es que no, con las tasas de inversión del pasado que llegaron a rozar el 50% de su PIB: "Se construyeron ciudades de la nada, rascacielos o infraestructuras. Se sobrepasó el límite de la inversión razonable. Lo que queda es una burbuja inmobiliaria en enorme... y empieza a surgir el desempleo", afirma el catedrático de la Pompeu Fabra.
  • La caída de las materias primas. Su precio se ha recortado un 45% desde abril de 2011: entre ellas, un 75% el hierro, 90% el carbón, 20% los metales, 60% el petróleo desde el año pasado... El índice de commodities de Bloomberg (que incorpora compañías de materias primas, desde el hierro hasta la soja) ha caído un 49,9% desde 2011. Y no sería la primera vez que una crisis de materias crisis disloca la economía mundial. "Ya estuvo detrás en la crisis de petróleo de los años 70, que afectó tanto a España", considera Joaquín Maudos. El catedrático valenciano apunta a que el extraordinario auge de la demanda de los emergentes en la primera década de este siglo —"el precio de los metales se disparó y el de la energía se llegó a cuadruplicar"— ha provocado que ahora, al enfriarse un gran comprador como China, "haya un aumento de oferta que corrige los precios a la baja". Esa bajada de precios se puede sentir en la baja inflación de todo el mundo, y puede provocar una corriente deflacionaria en países desarrollados de la que es difícil salir. "Que se lo digan a los japoneses, que no salieron de ella durante 20 años", recuerda García Montalvo.
  • Subida de tipos de EE UU. La última subida de tipos de la Reserva Federal (Fed) se produjo en 2006. Después, la crisis económica los mantuvo entre el 0% y el 0,25%. El mayor crecimiento de la economía estadounidense, una tasa de paro en pleno empleo (5,1%) y una inflación cercana al objetivo del 2%, podría animar a ahora a Janet Yellen a subirlos antes de año, pese a que el FMI recomienda esperar a 2016 para no perjudicar a los países emergentes. "Yo no veo una subida de tipos hasta entonces", augura Cecilio Moral, después de que la Fed decidiera en septiembre dejarlos como están. "Si EE UU solo pensara en sí mismo lo haría", añade Joaquín Maudos; "pero le preocupa la ralentización de los emergentes". Y es que el efecto sobre estos países sería preocupante: si EE UU paga más por el dinero, los inversores querrán invertir más allí y podrían desviar el dinero que antes depositaban en países emergentes. 
  • La 'guerra de divisas'. Los exportadores han entrado en una carrera para devaluar sus monedas para ser más competitivos. De forma artificial, el mismo producto, a un tipo de cambio más depreciado, será más barato para el comprador. China devaluó este verano el yuan tres veces —algunos analistas ya pronostican una cuarta antes de acabar el año—, el yen japonés vale un 30% menos desde 2012, el euro se ha depreciado un 10% desde 2014 y otros como el real brasileño y la rupia india también han adelgazado su precio. "Si todos empiezan a tirar hacia abajo el precio de sus divisas, habrá algunos países que empiecen a acumular stocks por la sobreproducción, este exceso generará desempleo, el parado no consumirá... y empezará de nuevo la crisis", comenta Cecilio Moral. "Es una reacción lógica de defensa, pero si se generaliza no sirve para nada y el comercio mundial puede salir perjudicado", añade Joaquín Maudos. La ganancia de competitividad vía depreciación del tipo de cambio tiene además una contrapartida: estos países han contraído su deuda en dólares, así que la devolución de lo que tomaron prestado crecerá con cada depreciación.
  • Occidente no avanza como se esperaba. En la reunión de Ankara del G-20, el FMI hizo hincapié en que otros de los riesgos de la economía mundial es la débil recuperación en las economías avanzadas. "Se ha certificado un frenazo a la euforia que se estaba vislumbrando en la economía de los países desarrollados", comenta Cecilio Moral. "La política monetaria expansiva en EE UU y en la UE, con la compra masiva de deuda, tiene un límite. Pueden inyectar dinero y los bancos pueden ofrecerlo; pero ese dinero puede no quererlo nadie para invertir y consumir si tienen miedo". El catedrático García Montalvo ve sin embargo un aspecto positivo: "Si bajan los precios de las materias primas, bajan también los costes de producción de las economías desarrolladas".

¿Cómo puede afectar a España?

La caída del precio del petróleo beneficia a la economía española, que importa el 99% del crudo que consume y ahora, según García Montalvo, "pude ahorrar por este petróleo barato de 12.000 a 15.000 millones anuales". También se beneficia el bolsillo de los españoles. "Las negativas tasas de inflación de los últimos meses tienen mucho que ver la caída del crudo, si eliminamos del IPC la energía y alimentos no elaborados, la inflación sería positiva", argumenta Joaquín Maudos.

Beneficio para el consumidor y beneficio para la cuentas públicas. Para las grandes empresas con presencia en el exterior, sin embargo, las cosas cambian. "España es muy dependiente del resto de economías y en esto sentido somos bastante vulnerables", explica Cecilio Moral, que apunta específicamente a la presencia española en Latinoamérica y en el resto de países productores de materias primas. "Una crisis en estos países puede afectar a los beneficios de empresas como los grandes bancos, las compañías eléctricas o las textiles". Entre esas empresas están Banco Santander, Telefónica o Mapfre (las tres con gran presencia en Brasil); siderúrgicas como Acerinox o Arcelor Mittal, o textiles como Inditex, con una gran expansión en China. Pero principalmente las constructoras, que han encontrado un importante nicho en Latinoamérica en grandes obras como la ampliación del Canal de Panamá, el metro de Colombia, varias infraestructuras en Perú... "El primer recorte presupuestario de un país en crisis es en inversión pública y esas empresas que se han diversificado a países emergentes van a sufrir el  frenazo", apunta José García Montalvo.

Todas estas empresas, además, miran con preocupación la decisión de Estados Unidos sobre sus tipos, porque una subida empeoraría la situación de los países donde están presentes. Aunque también puede traer efectos beneficiosos, especialmente si el BCE no sube los suyos: el dólar subiría, el euro bajaría y eso vendrá bien a España para exportar. "Aunque el efecto en nuestras exportaciones no sería tan grande porque la mayor parte se dirigen a la eurozona", matiza Joaquín Maudos. "El enfriamiento de China no beneficia a nadie, pero España es menos sensible porque exporta poco a este país", zanja el catedrático valenciano. Una subida de tipos, en cambio, sería buena para las empresas españolas que generan muchos ingresos en dólares por desarrollar gran parte de su actividades en Estados Unidos, como Grifols, Viscofan o la constructora ACS.

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